Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 20 de diciembre de 2020 | Publicado a las: 11:53
“…en materias de inseguridad hace algún tiempo se nombró un satélite de rango cuasi ministerial, para eclipsar un conflicto, pero nadie contaba que había astrónomos que actuaban como astrólogos y atornillaban al revés, para informar del paso ya descoordinado por el corredor espacial de la tranquilidad ciudadana, tan esquiva en estas latitudes”.
Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminólogo.
Desde siempre el ser humano ha temido a la naturaleza, pero aprendió rápidamente a conocerla, a someterse, a faltarle el respeto, a aprovechar sus bondades y recursos, a explotarla y por supuesto, a tratar de controlarla.
Durante la historia y mucho antes de la escritura, los fenómenos naturales se han manifestado y de diversas formas.
Cuando a la tierra le duele el estómago, comienzan los temblores y si las gastritis aumenta, vienen los terremotos y con insistencia, las réplicas telúricas. Como se ensucia, generalmente, un balde de agua oceánica marca tsunami, baña su añoso cuerpo litoral, total nadie paga la cuenta de esa agua rica en sales, que bien podrían darle sabor a las más nobles ensaladas y a las asadas carnes criollas.
En tanto, cuando el cielo esta triste, llora desconsoladamente si la pena es grande o lloriquea levemente cuando es menor el drama, pero de vez en cuando y ahora más distanciadamente, cae el vital elemento, como lágrimas sobre sus mejillas montañosas, hasta llegar a los pies del mar.
También, la naturaleza algunas veces en forma espontánea, cuando tiene calor de fiebre, enciende la temperatura, y se descuelgan lenguas de fuego que irradian incendios desproporcionados por todos lados, hasta hacer colapsar cualquier estructura.
En los instantes que a la tierra se le corta la energía eléctrica, su nevera comienza a deshielar sus cubos de agua, y bajan como torrentes incontrolables, por quebradas originarias, causando desbordes, aluviones y subidas del vital elemento, que le recuerdan al humano, lo débil que es. Es irónico, donde baja más agua, que es en el sur de Chile, ésta se pierde, ya que no se conocen los embalses ni tranques, y la gran tina oceánica, la recibe gustosa, pero no la devuelve en épocas veraniegas y de ahí que, la señora sequía conoce al caballero aljibe, que trata de satisfacer sus necesidades vitales.
En fin, el inestable clima susurra las mejillas de la tierra, a través de huracanes, tifones, monzones y tornados, como si repartiera un chisme popular, que sonroja a todos, y aunque suelen ser previsibles, generalmente causan lujuriosos desmanes incontrolables, por un tiempo.
El colmo de todo, viene del techo del mundo, más arriba de las nubes, donde la mejor alumna del curso que es la señorita astronomía, a través de sus números tiene todo calculado desde hace tiempo y con certeza increíble -lo que ayer era un misterio chamánico- ahora son acontecimientos esperados, como es el ejemplo del paso del cometa Halley, aguardado por todos.
La naturaleza, aunque veleidosa, también sabe de amores y los celos de la luna, interrumpen el galanteo del sol y la tierra, interponiéndose entre ambos, causando un efecto maravilloso conocido como “Eclipse solar”.
Esta inusual penumbra durante el día,-aunque sea por un instante-, este 14 de diciembre de 2020 mediante profusa difusión, produjo tal expectación que ni la pandemia ni los ataques terroristas, amilanaron al respetable público y viajaron a La Araucanía, para ver a través de sus propios ojos, protegidos por especiales e idóneas gafas, los efectos de este fenómeno natural.
Los meteorólogos comunicaron e insistieron que el día de los hechos, la lluvia y la nubosidad no estarían de parte de los testigos presenciales.
Así y todo, nadie quería perderse los detalles y desafiando los obstáculos imperantes, se aprestaron a observar hasta que la tímida penumbra se materializó, aunque en algunas partes la fuerte personalidad del sol se impuso y el espectáculo impresionó de mejor forma.
Lo curioso, es que en el desarrollo bio-psico-social, de toda la estructura humana, suele ocurrir lo mismo, se eclipsan las funciones, tareas, trabajos, relaciones, amistades, amores, en fin cualquier actividad.
El eclipse vital es esperado, pero el eclipse sorpresa del día a día no lo es, por lo tanto hay que asumir, diciendo regularmente “así es la vida”.
En este orden de ideas, a veces, se necesita que un tercero interceda, interponiéndose como la luna, para ayudar, cual puente, a la unión de quienes requieren alguna solución, por lo que es bienvenida esta actuación, recayendo en algunas personas, ciertos profesionales, otros que profesan alguna fe, autoridades, políticos, trabajadores, técnicos y amigos, la cooperación necesaria para tales efectos pero siempre bajo alguna coordinación, para no perjudicar la gestión.
Aquí radica el punto esencial, como se puede desarrollar una función de eclipse coordinada, para no afectar procesos de ninguna especie, donde el orden de los factores, de verdad no altere el producto.
Sin duda, un acto muy difícil, ya que si algo tiene que fallar, fallará como decía Murphy.
Entonces surge la pregunta del año, ¿quién eclipsó a nuestras máximas autoridades del país?
La respuesta ya no es Fuente Ovejuna fue. Sino que, ahora el satélite preferido de la Tierra, fue.
Es decir, surge un regimiento de “Lunáticos”, que proceden a eclipsar todo, sin dimensionar los efectos, resultados, consecuencias y la leche derramada.
Conforme a lo anterior, en materias de inseguridad hace algún tiempo se nombró un satélite de rango cuasi ministerial, para eclipsar un conflicto, pero nadie contaba que había astrónomos que actuaban como astrólogos y atornillaban al revés, para informar del paso ya descoordinado por el corredor espacial de la tranquilidad ciudadana, tan esquiva en estas latitudes.
En palabras simples, el nuevo coordinador presidencial de seguridad de la macro zona sur, cual astro rey (sol), viajaba a la tierra Araucana y mientras se acercaba, surgió el eclipse lunar compuesto por fuerzas amigas, de su misma tienda política, para entorpecer una reunión de astrónomos y meteorólogos del área de “Inteligencia”, que tenían programado un Trawun huinca muy secreto, para enfrentar adecuadamente el conflicto que aqueja a esta sufrida tierra.
De ahí, en más, el viaje siempre se hace igual, hay que cumplir con la misión de dar seguridad a la gente, de generar tranquilidad, de demostrar que algo se hace. Por tal razón, este reciente jueves aterrizaron en Freire los expertos, a quienes les deseamos éxito en todo, pero debemos representarles, que en este océano de descoordinación, navegan corsarios y piratas, dispuestos a cumplir con la consigna, “si eres enemigo de mi enemigo, entonces eres mi amigo”.
Raya para la suma, ayer necesitábamos un gasfíter o ingeniero hidráulico ante las filtraciones acuíferas, hoy en el segundo piso, necesitamos un astrónomo y meteorólogo, que sepa coordinar los “eclipses”.