Publicado por: Karina Pavez | lunes 5 de enero de 2015 | Publicado a las: 12:12
Al igual que en febrero del año pasado cuando designó a sus primeros 19 cardenales (16 electores) y a pocas semanas de un nuevo Consistorio (que tendrá lugar el 14 de febrero próximo en la Basílica San Pedro), Francisco volvió a «patear el tablero» al anunciar la lista de sus «elegidos» para que lo acompañen y le aporten la experiencia pastoral necesaria en el ejercicio de su papado.
En un claro gesto de universalidad y ratificando su opción por aquellos países que pocas veces fueron tenidos en cuenta en Roma a la hora de las promociones cardenalicias, entre los nuevos 20 cardenales (15 son electores) hay representantes de 16 países, de los cuales 6 no tenían cardenales, y algunos nunca los tuvieron como Cabo Verde (una de las más antiguas diócesis africanas), Tonga (su obispo es presidente de la Conferencia Episcopal del Océano Pacífico) o Myanmar.
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Las procedencias de los antiguamente llamados «príncipes de la Iglesia» no deberían sorprendernos: el Papa quiere contar entre sus principales consejeros a quienes viven inmersos en realidades contrapuestas a las que él mismo advirtió en su saludo de Navidad a la Curia Romana. Busca una y otra vez en las periferias.
Recordemos que ya en su primer Consistorio dejó claro que sus nombramientos no iban a estar vinculados a las tradicionales «sedes cardenalicias», en las que se consideraba el cardenalato casi «automático» para tal lugar por razones históricas. Por ello, el 12 de enero pasado Francisco hizo llegar una breve y concisa nota a sus primeros cardenales dejándoles entrever qué esperaba de ellos: «El cardenalato no significa una promoción, ni un honor, ni una condecoración; es sencillamente un servicio que exige ampliar la mirada y ensanchar el corazón», escribió a los 16 representantes de 12 países entre los que se encontraban Nicaragua, Costa de Marfil, Corea del Sur, Haití, Burkina Faso, Antillas o al mismo Mario Poli, su sucesor en Argentina.
Fiel a su estilo, con sus gestos volvió a marcar el rumbo de la Iglesia: si no hay nuevos cardenales de Estados Unidos y Canadá es «porque su número ya es consistente» ha dicho el vocero del Vaticano, padre Federico Lombradi y agregó «que solo uno de los nuevos cardenales sea de la Curia Romana también es destacable, ya que los cardenales italianos siguen siendo alrededor de un cuarto de los electores».
Suficiente para un esquema que busca romper con el gran peso «romano» en las altas esferas vaticanas y por eso los «contrapesos» fueron los nombramientos de arzobispos y obispos de sedes que históricamente no han tenido cardenales como la diócesis de Morelia en México, que es una región fuertemente golpeada por la violencia.
En resumen: la universalidad en la elección de los nuevos cardenales y por lo tanto una mayor representación geográfica; la promoción de pastores que entienden que ser cardenal es un servicio y no un motivo para ser servidos o de poder y en consecuencia el avance en la reforma de la Curia son los tres puntos centrales de este nuevo «cimbronazo» a las estructuras vaticanas.