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Descubren que agua de la Antártica chilena tiene químicos que dañan fauna de la zona

Publicado por: Claudio Nuñez | viernes 15 de julio de 2016 | Publicado a las: 17:54

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Un importante hallazgo fue el que realizó Maccarena Marcotti, alumna de Medicina Veterinaria de la Universidad Santo Tomás de Viña del Mar, al realizar su proyecto de tesis en las aguas de la Antártica chilena, luego de registrar que en 18 de 20 muestras se hallaron rastros de distintos componentes que pueden afectar el ecosistema de la zona.

El primero, y más preocupante acorde a lo indicado por la tesista, es el bisfenol A -más conocido como BPA- y que es ocupado principalmente en plásticos, envases de bebidas, adhesivos, equipos médicos y materiales de construcción en todo el mundo. “Mi intención era encontrar residuos farmacológicos, tomando en consideración los desechos y el movimiento de las corrientes marinas. Pero en vez de esto, encontré BPA, un componente que está demostrado ser cancerígeno y estrogénico. En altas concentraciones se ha registrado toxicidad sistémica, especialmente en niños”, afirma la estudiante de la Santo Tomás.

El ácido salicílico, el cual es ocupado en la aspirina y en productos para el cuidado de la piel, fue el segundo componente encontrado. Según la tesista, este químico “tiene la propiedad de ser anticoagulante, por lo que los animales en el agua, al entrar en contacto con él, no pueden respirar”.

Otro químico que estaría perjudicando el medio ambiente acuático es el pesticida Irgarol, el que tiene potentes funciones alguicidas, y es utilizado para que la fauna de la zona no se incruste en las embarcaciones comerciales o de recreación. “Al utilizarse Irgarol en concentraciones mayores a las recomendadas o en lagos cerrados, puede provocar impactos sobre el fitoplancton, perifiton e incluso en macrófitos, al inhibir la fotosíntesis, causando severos daños ecológicos”, afirma Marcotti.

Finalmente, el último poluto identificado  fue el metilparabeno. “Es utilizado ampliamente en preservantes, cosméticos y productos farmacéuticos, entre otros, debido a su baja toxicidad, bajo costo y su actividad fungicida y antimicrobiana. La resistencia antimicrobiana a los parabenos ha sido y sigue siendo ampliamente estudiada, por lo que no hay que descartar posibles consecuencias a futuro”, comenta la alumna de UST.

Trabajo conjunto e invitación a Brasil

Otro punto importante de su paso por la Antártica es que contó con el apoyo del doctor en ciencias Ozelito Possidonio de Amarante Junior, especialista brasileño en la investigación de contaminantes de origen farmacológico presentes en aguas de distintas fuentes. “Mi profesor guía se acordó que él trabaja en la Universidad Federal de Río Grande del Sur y pensó que quizás podría ayudarnos. Se supone que solo nos iba a guiar un poco a la distancia, pero la verdad es que si no fuera por él nada de esto habría resultado porque la investigación me iba a salir carísima, los materiales costaban más de 450 mil pesos y los análisis costarían cerca de 500 mil pesos. Era imposible”.

Así, Maccarena llegó a un acuerdo con el profesional brasileño, quien financió gran parte de los gastos: “me mandó los materiales y después analizó las muestras, pidiéndome a cambio que él pudiera utilizar esas mismas muestras para hacer otros estudios. Obvio que acepté”.

A partir de este trabajo conjunto, Maccarena y su profesor guía Felipe Sotomayor fueron invitados a realizar estudios de Magíster en Estudios Oceanográficos en la mencionada universidad brasileña. “A Ozelito ni siquiera lo conozco en persona, pero insiste en que nos vayamos pronto, pero por ahora estoy pensando en titularme y después veremos, así que solo puedo decir que estoy muy agradecida de lo que me tocó vivir”.

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