Publicado por: Karina Pavez | sábado 23 de enero de 2016 | Publicado a las: 21:18
El zika es un virus nuevo en América Latina, pero su rápido avance y el hecho de que esté asociado con malformaciones en los fetos y los bebés atizó la polémica sobre algo mucho más viejo en la región: el aborto.
La pregunta que ha surgido en países como Brasil y Colombia es si debe permitirse abortar a mujeres embarazadas e infectadas con el virus, que se transmite por la picada de los mosquitos.
Aunque el aborto está prohibido o tiene limitaciones estrictas en gran parte de América Latina, y es rechazado por las iglesias cristianas, la alarma por el zika supone un desafío inédito para leyes y doctrinas.
En Brasil, el país con más católicos del mundo, las autoridades sospechan que a causa del zika casi 4.000 bebés han nacido con microcefalia, una enfermedad que hace que los niños tengan la cabeza anormalmente pequeña.
Ante semejante crisis, la idea hasta hace poco tabú de actualizar las normas sobre el aborto ha sido planteada por expertos, editoriales de prensa y hasta por funcionarios de salud.
En Colombia, el viceministro de Salud, Fernando Ruiz Gómez, admitió la posibilidad de que mujeres gestantes con el virus evalúen con su médico la opción abortar, dentro de las excepciones legales a la prohibición.
«Podría ser por la salud de la propia mujer», dijo Ruiz Gómez a BBC Mundo.
«Cuestiones culturales»
Las autoridades colombianas y de El Salvador han recomendado a las mujeres que eviten quedar embarazadas actualmente ante los riesgos que plantea el zika.
Pero muchas ya lo estaban antes de enterarse del brote y el embarazo a menudo es algo no planificado.
En las últimas semanas, medios brasileños han reportado casos anónimos de mujeres con zika que decidieron abortar al enterarse de que el feto tenía lesiones cerebrales graves.
Una protesta contra las duras leyes antiaborto en El Salvador.
Por tratarse de actos ilegales, que pueden llevar a la cárcel a las mujeres y los médicos, se ignora si hubo un aumento del número de abortos en el país desde que el zika apareció el año pasado.
Pese a estar prohibido, la interrupción voluntaria del embarazo es una práctica bastante frecuente en Brasil.
Estudios previos al brote de zika indicaban que una de cada cinco brasileñas de 40 años pasó al menos por un aborto en su vida. Se estima que cada dos días una mujer muere en el país por abortos ilegales.
El Código Penal brasileño habilita el aborto sólo en casos de violación o cuando existe riesgo de vida para la madre.
Sin embargo, la máxima corte de justicia del país permitió en 2012 interrumpir embarazos de fetos sin cerebros (con anencefalia), al concluir que carecen de expectativa de vida fuera del útero.
Aunque la microcefalia es diferente, puede llegar a plantear riesgos para la vida. De hecho, al menos 49 bebés con sospechas de que la padecían han muerto en Brasil, según cifras oficiales.
El temor es que las cifras sigan creciendo rápidamente.
En medio de la alarma, el secretario de salud de Mato Groso del Sur, Nelson Tavares, dijo en un acto público a comienzos de mes que deben cambiar «cuestiones culturales» sobre el debate del aborto.
«La cuestión no es (estar) a favor o en contra del aborto», aclaró luego en la emisora local TV Morena.
«Es discutir científicamente cuál va a ser la profundidad que vamos a dar en la cuestión de autorizar el aborto en el caso de microcefalia o anencefalia», agregó.
Bajo el título de «Microcefalia y aborto», un editorial de Folha de S.Paulo, uno de los principales diarios brasileños, sostuvo la semana pasada que lo más racional sería revisar las normas y despenalizar la interrupción del embarazo.
«La legislación ya lleva tres cuartos de siglo. Parece justo, además, que se someta el cambio a plebiscito o referéndum, dado su carácter controvertido», indicó.
Dos visiones
Pero muchos discrepan con la idea de revisar prohibiciones.
Y activistas antiaborto sostienen que hay oportunismo en el debate sobre microcefalia.
«No sólo en Brasil sino en toda Sudamérica usan diferentes circunstancias para ir conquistando la liberación del aborto y la aprobación de la sociedad», le dijo Elizabeth Kipman, vicepresidenta del movimiento Brasil sin Aborto, a BBC Mundo.
Sostuvo que «existe una variación del cuadro clínico de la microcefalia y nunca va a dar para diagnosticar intraútero, sino sólo después de que (el bebé) nace».
En cambio, Debora Diniz, profesora de la facultad de Derecho en la Universidad de Brasilia e investigadora de Anis-Instituto de Bioética, sostuvo que «hablar del derecho al aborto en el caso de un diagnóstico de microcefalia en el feto, es reconocer que las mujeres pueden tomar decisiones reproductivas».
«La epidemia del zika y la hipótesis de la microcefalia causada por el zika es un momento trágico», indicó, «pero se escucha la demanda del aborto de otra manera que (la planteada por) las fuerzas conservadoras de la región».