Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 25 de abril de 2021 | Publicado a las: 01:00
“No debemos confundirnos y creer que el poder, de ahora en adelante, pasa a las regiones en un acto único. Y es preciso reiterarlo, hoy nos encontramos que el Estado de Chile no cedió, en esta fase, todas sus atribuciones a los gobiernos regionales”.
Escribe: Eleazar Jaramillo, CPA, Ing. Com., MBA y Diplomado en Ciencias Políticas Apls., ex director ejecutivo de la Fundación Desarrollo Educ. y Tecnológico de la Universidad de la Frontera.
Una cuestión innegable a estas alturas es que Chile es un territorio desigualmente desarrollado y que concentra las actividades más dinámicas en la región metropolitana. En el resto del país resaltan, puntualmente, actividades mineras, forestales y pesqueras. Y aquí en la región, además, el sector turismo, agrícola y ganadero.
Hoy nos enfrentamos durante el próximo mes de mayo a dar el puntapié inicial a un proceso descentralizador, que desde ya se advierte lento y gradual. No debemos confundirnos y creer que el poder, de ahora en adelante, pasa a las regiones en un acto único. Y es preciso reiterarlo, hoy nos encontramos que el Estado de Chile no cedió, en esta fase, todas sus atribuciones a los gobiernos regionales; y el gobernador regional no tendrá atribuciones ni recursos para responder a las múltiples expectativas y esperanzas de la comunidad regional. Y se va a centrar, con su gabinete regional, en poner en marcha un proceso de búsqueda de consensos y negociación para avanzar, desde la región, con la mayoría comprometida en colaborar y facilitar mejoras sustantivas para la colectividad regional.
Con todo, la figura del gobernador regional representa indudablemente un avance para las regiones de Chile. Es un momento histórico en donde se plasma un cambio por el cual se ha luchado insistentemente, desde distintos lugares y estrados, desde los albores de esta idea. ¿Qué corrige esta nueva institucionalidad? El gobierno regional es elegido por el voto universal, se elimina el nombramiento desde la capital y luego su cambio, a veces intempestivo: se va a posibilitar que la región se piense y medite desde la región. Hoy era muy difícil construir región pese a todos los esfuerzos, porque la decisión final estaba radicada en Santiago y, las distintas comisiones de estudio y sus recomendaciones fueron eso, comisiones de estudio y recomendaciones.
Hoy avanzamos hacia la instalación de un nuevo modelo de gobernanza regional: la relación ya no será vertical entre el poder central y las regiones, será horizontal, y donde los esfuerzos de coordinación tendrán primerísima importancia como lo será empujar para que se corrijan las anomalías y deficiencias legales que dificultarán el accionar en los primeros tiempos.
De este modo, se requiere una región que respalde a la nueva autoridad electa; una autoridad regional que busque en primera instancia una colaboración efectiva y coordinación con las autoridades del gobierno central y también con las municipalidades, convencida que ello resulta clave para éxito del proceso de regionalización y, al mismo tiempo, que nos represente y asuma una vocería activa, con experiencia política, y que aporte en la búsqueda de soluciones (y se enfrente si es necesario) al poder central.
Ese es el perfil de la autoridad que necesitamos para abordar y solucionar los múltiples problemas que hoy nos aquejan como región y que nos permitirá gestionar con éxito las tareas que se avecinan: ir tras la solución del agua potable, acortando plazos para lograr que el vital elemento llegue a todos los sectores; alcanzar una amplia cobertura en materia de internet hasta lograr una región digital; enfrentar el problema del riego como una cuestión estratégica que amplía la producción, la oferta de nuevos productos regionales y aparición de nuevas fuentes de trabajo; capacitación y/o desarrollo profesional pertinente a las personas; representar a la gente de la región en la búsqueda de solución para sus problemas de seguridad; aportar y exigir un nuevo trato para la población mapuche en la búsqueda de una nueva convivencia regional; ordenamiento territorial a través de una política de suelos; fuerte impulso al turismo, factor importante y estratégico para el desarrollo de esta región; nuevos y mejores instrumentos para el fomento productivo, atender las necesidades del adulto mayor y de nuestros niños; mejoras en la política habitacional y atención especial para superar el estado de nuestros pobladores de los campamentos; buscar mejoras sustantivas para la inversión en caminos y transporte público, etc. Las soluciones se pueden abordar en esfuerzos conjuntos con el Estado y convenios con privados.
Lo primero será identificar y profundizar en cada propuesta regional, basados en evidencias, con las preguntas adecuadas, en datos duros, capacidad de análisis y visión de futuro. Y una voluntad de cambio descentralizador que debe apoyarse en una mayoría de las fuerzas políticas regionales que apoyen persistentemente un cambio en esa dirección y a una velocidad que permitan los acuerdos entre las fuerzas políticas y sociales de la región. Ya no más el diagnóstico y la solución vendrán desde la capital del reino. Nosotros, comunidad regional, vamos a abordar y analizar problemas concretos de nuestro desarrollo económico, social y cultural, donde los desafíos serán encontrar soluciones comunes a los habitantes de nuestra región y que hoy pueden estar divididos por distintos problemas o miradas. Luego exigir y monitorear la realización de las soluciones consensuadas.
La tarea no es fácil especialmente en la Araucanía donde a veces prevalece el ánimo de la división y confrontación, en un ambiente global de inestabilidad social, generado por el crecimiento de las demandas de los ciudadanos versus la capacidad de los gobiernos y la institucionalidad para responder a esas demandas.
Pero el desafío está ahí, frente a nosotros para enfrentarlo y crecer como personas y como región.