Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 28 de septiembre de 2020 | Publicado a las: 12:56
“Con la “Guerra Política Mundial”, donde algunas ideologías se radicalizaron y otras se mezclaron con religiones o dogmas de fe, alineados con intereses económicos y tendencias de globalización siniestro-giras, que permearon todo y comienza poco a poco un desorden mundial. En esta fase surge la “Guerra caliente”, una conflagración que mezcla todo tipo de insumos, sean conocidos o desconocidos, visibles e invisibles, creíbles y no, en fin de todo”.
Escribe: Prof. Jorge Aguirre Hrepic, consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminologo.
Una vez consolidada la toma del Reichstag -símbolo del poder de la Alemania nazi- por parte de la tropas soviéticas pertenecientes al Ejército Rojo, donde desafiantemente enarbolaron la bandera comunista coronando la victoria, de las cual las tropas aliadas en forma voluntaria cedieron ese honor a las tropas del general Georgei Zhúkov, cuyo mito, se relaciona con la gran pérdida de vidas en lo que denominaron la gran guerra patriótica.
Desde ese momento, quedaron explícitamente demostradas las debilidades de occidente, mejor dicho de los políticos de occidente.
Bueno, algunos generales políticos como Dwight Einsenhower, secundaron la moción y Berlín específicamente, se dividió en cuatro zonas, quedando todo el Este u Oriente de la misma, en poder de las tropas rojas.
Era la regla del juego de la guerra, el vencedor toma posesión y escribe la historia, las verdades de cualquier trama se conocen después y de a poco.
De ahí en más, surgen varias acciones de poder y fuerza, para demostrar el sometimiento total a las nuevas ideologías que pasarían a disputar el equilibrio de la paz mundial, por años.
Cuando aún las tropas norteamericanas seguían combatiendo en el teatro de operaciones del Pacifico, específicamente con Japón, país que no se rendía, en el continente europeo, sobre un escritorio se delineaban las nuevas fronteras. Por eso era sumamente necesario acelerar los procesos y terminar finalmente con la guerra planetaria, debiéndose recurrir a dos recursos extremos, como fueron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Esta lamentable decisión, pero justificada en el contexto que se vivía, dedujo también varias acciones muy rápidas por cierto, acelerando la llegada de una nueva y muy diferente forma de luchar como fue la denominada “Guerra Fría”, la que duró mucho más tiempo del esperado y conllevó a múltiples guerras asimétricas y domésticas, con tal de que los contendores principales nunca se llegaran a enfrentar directamente. Gracias a Dios.
Una de las consecuencias principales, lo que después de la primera guerra mundial se denominó “Liga de las Naciones” (1919) pasó a llamarse “Organización de las Naciones Unidas” (ONU- 1946), quedando cinco miembros permanentes en el Consejo permanente de seguridad; Estados Unidos, Francia, Inglaterra, URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y China.
En el marco de este nuevo orden mundial surgen dos bloques rígidos en cuanto a ideologías y formas de extender las respectivas influencias políticas por el mundo, “El pacto de Varsovia” para los países orbitas de la URSS y la OTAN (Organización del Tratado Del Atlántico Norte), para los países aglutinados en la defensa de occidente, generándose el apoyo luego de otros países aliados extra OTAN.
Otros países liderados por la ex Yugoeslavia de Tito, crean el grupo de los “No alineados” y el mundo entra de lleno a la “Guerra Fría”, donde el espionaje, la inteligencia, la contrainteligencia, el terrorismo, secuestros de naves y aeronaves, sabotaje, traición, agentes dobles, y las estrategias políticas y económicas, se desarrollan en su máxima expresión.
Comienza la carrera espacial de las potencias, la búsqueda de los planos de las bombas atómicas, la creación de bombas de hidrógeno, la bomba Zar, bombas químicas y bacteriológicas. Además, de una serie de proyectos innovadores en materia de guerra submarina, con ojivas nucleares, misiles teledirigidos, hasta escudos defensivos de seguridad denominado “guerra de las galaxias “.
Consecuente con lo anterior, con una mano se firmaban los documentos diplomáticos y con la otra mano se firmaban los contratos de provisión de armamento, municiones y pertrechos, construcción de bunker, crecimiento de nuevas potencias militares intermedias y nacimientos de mesiánicos líderes político-militares en diferentes partes del mundo.
Estos seudo- líderes, más bien caudillos que aprovecharon las oportunidades que brindaba la polarización ideológica, se arrimaban al árbol que les ofreciera sombra y muchas veces cambiaron de bando, el fin justificaba plenamente los medios, incluso más allá de la ubicación geográfica de sus respectivos países y las bondades naturales de sus territorios. El mundo cada día necesitaba más materia prima y especialmente el primer mundo.
En esta vorágine de movimientos eclécticos surgieron varios conflictos de baja intensidad patrocinados por las potencias “mandantes”, ya que los protagonistas principales también sufrieron amargas derrotas. Vietnam para los norteamericanos y Afganistán para los Soviéticos. Más allá de sus respectivas zonas de influencia, hubo altos y bajos, en todo orden e imaginación.
También en este periodo, se consolidan algunas organizaciones criminales internacionales y luego surgen otras, cuyo interés económico a través del delito y la impunidad marcan una tendencia en ascenso, especialmente en tráfico de todo tipo, empezando por armas, drogas de abuso, seres humanos, piedras preciosas (oro, diamantes) obras de arte, antigüedades, órganos humanos, etc.
Independiente de las riquezas generadas para algunos países, el oro negro -el petróleo- los metales estratégicos (uranio), surgen deficiencias económicas, donde el gasto público en algunos países es tan alto, que ya no se pueden mantener a sus países satélites, y es así que en el epilogo de la URSS, el presidente Mijaíl Gorbachov, promulga la “perestroika” (reforma económica) y luego la “glasnost” (abertura-transparencia).
Hubo varias consecuencias, muy dolorosa para algunos países, acostumbrados a vivir a este alero ideológico, político y económico, pero el cambio era inexorable (principalmente Cuba).
El sello de muerte de esta forma de vida, anunciada con indicadores previos que muchos no supieron leer, se materializa el 9 de noviembre de 1989 en horario nocturno, con la caída del muro de Berlín, que permite la reunificación de Alemania y el término de la Guerra Fría, a lo menos de la forma como se conocía.
El mundo expectante observó este acontecimiento y sus repercusiones y consecuencias que son muchas, pero lo principal, era que se descomprimía-supuestamente-, las hostilidades de los bloques opuestos y se reducía el armamentismo en Europa central.
Pocos saben, que el verdadero origen de la “Unión Europea” como mercado común, es un hijo de la guerra fría como consecuencia del aplastamiento mediante tanques soviéticos de las manifestaciones anti comunistas en Hungría, en 1956. Siendo el año 1957, en el acuerdo de Roma, que se firma esta iniciativa tan importante.
A partir de este nuevo orden mundial, donde se internaliza que se reducen las tensiones y surgen nuevas alianzas y confianzas, se producen nuevos acuerdos económicos que es, en definitiva, lo que mueve al mundo, surgen los préstamos por doquier con cualquier tipo de garantías y pagares.
Aunque dicen que en la guerra fría no se disparó un solo “Tiro”, todos sabemos que no fue así, solo que había un acuerdo no escrito entre las partes por mantener un estándar nivelado de fuerzas, para no incurrir en la tentación de provocar nada. Tanto es así que en la denominada “Crisis de Octubre” (1962), en base a los misiles que estaban en Cuba apuntando hacia Estados Unidos, primó la negociación informal y la cordura.
Seguidamente, se continuó con la “Guerra Política Mundial”, donde algunas ideologías se radicalizaron y otras se mezclaron con religiones o dogmas de fe, alineados con intereses económicos y tendencias de globalización siniestro-giras, que permearon todo y comienza poco a poco un desorden mundial.
En esta fase surge la “Guerra caliente”, una conflagración que mezcla todo tipo de insumos, sean conocidos o desconocidos, visibles e invisibles, creíbles y no, en fin de todo.
Esta guerra, posee múltiples armas, sean convencionales o no, pero la principal es el uso de la “Tecnología”, como los ordenadores computacionales, el internet, las redes sociales, las comunicaciones.
El campo de batalla es todo el orbe e incluso más allá, es decir no hay límites físicos. El enemigo generalmente es invisible, sus generales y almirantes están en las sombras, no existen tropas regulares, los líderes de campo escapan a los cánones tradicionales, los soldados no cultivan la capacidad física ni los desfiles, es más se burlan de todo.
Sus banderas de luchas, son paños colorinches, salvo algunas nuevas creadas para estos efectos y sus símbolos poseen múltiples aristas comunicacionales en el metalenguaje que utilizan.
Las clases sociales a las que pertenecen son marcadas pero el negacionismo operativo las lleva a tratar de demostrar que todos son iguales como gotas de agua, siendo altamente influenciables por gerentes desconocidos, camuflados en la “anomia” y ganancial de un botín próximo, pero que desconocen cómo se ejecutará.
Poseen aliados en todas partes, generados por la indecisión de presentar batalla en forma directa, apoyados por seudo-animalistas, veganos, abortistas, etc. Son un ejército poderoso que no hay que subestimar.
Si antes las guerras fueron más o menos tradicionales, con prisioneros, funerales para los muertos, treguas, cese al fuego, descanso, en fin varios acuerdos. Hoy no es así, ya que a los “Buenos”, les cuesta actuar, el mejor ejemplo fue lo que ocurrió en Siria, cuando el grupo ISIS, hizo de las suyas y la respuesta de las Naciones Unidas incluso de Rusia, aliado del gobierno Sirio, fue lenta, tardía y de consecuencias duras, de la cual poco se habla hoy.
Los múltiples atentados en todo el mundo, incluso en las capitales europeas y de USA, muestran que lo que sucede es serio y lo que viene mucho más serio.
Este ejército interno que opera con financiamiento, recursos logísticos y motivados por destruir, tiene un símil en la historia del hombre, cuando los vikingos asolaban las costas de Inglaterra destruyendo todo, y los ingleses de la época, aun sabiendo esto, eran incapaces de unirse y rechazar los ataques.
La complacencia es un arma de doble filo. Los “Cibersoldados” de hoy se esconden en las trincheras de la Web, jamás se les termina la munición, la alimentación, tienen de todo.
El soporte logístico es total, al más alto nivel, salvo que se les corte la energía eléctrica, no tengan equipos electrógenos ni baterías solares, acceso a comida chatarra repartida a domicilio, sin WhatsApp o Telegram, sin apoyo de los medios de comunicación, en fin la lista es larga.
La calentura tecnológica es tal que los cíber guerreros se dedican a ejecutar y a unirse en redes sin control, a opinar en programas a través de garabatos y desinformación, a razonar a veces o con sesgos que descalifican y no construyen.
Los ciberterroristas hacen también lo suyo, escondidos en comunidades de fanáticos, buscando realizar sabotajes y atentados, captar a selectos adeptos a sus causas, utilizar a otros, generar cientos de correos electrónicos y piratear de un cuanto hay en la red.
La legislación ingenua, es otro de sus aliados más leales, que les permite un desarrollo esplendoroso en cualquier terreno y clima.
Este ejército, también tiene sus propias fuerzas especiales, constituidas por unidades de “Hacktivismo” de ideología anticapitalista, los Anarkodigitales, los comandos Anonymous. Todos probados en Hot Combat.
Hay países que utilizan esta modalidad de guerra, también no declarada abiertamente, se centran en la ciberguerra para inutilizar infraestructuras, atacar sistemas, desinformar, obtener mayores “Kamikazes” informáticos, que dejen sus bombas en la red. Como ejemplo lo ocurrido con Georgia y Ucrania.
Estas escaramuzas comunicacionales e informáticas, acompañadas de dólares y bitcoin (dinero digital), armas de todo tipo, soportes cibernéticos, ideologías eclécticas y tradicionales, religiones, terrorismo, crimen organizado, anomia popular, evidencian que falta por terminar con esta guerra que conforme a los problemas ambientales, está más que caliente.
En síntesis la tercera guerra mundial, en términos reales, se divide en dos una fría y otra caliente, el problema final como dijo Albert Einstein, la cuarta guerra mundial será a pedradas.