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Especial Tiempo21: Militares a la calle

Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 26 de octubre de 2019 | Publicado a las: 11:07

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La presencia militar en la calle generó una sensación de molestia, con reacciones violentas  y haciendo caso omiso, la gente salió a protestar, a efectuar desórdenes, quemar las instalaciones del “Metro” que no estaban protegidas, efectuar saqueos de supermercados y pillaje, aumentando, curiosamente, la sensación de inseguridad.

Sorpresivamente, una gran masa de personas forma un verdadero “Tsunami humano”, que se desplaza primero por las calles de Santiago y luego Valparaíso, Viña del Mar, Concepción y otras ciudades, arrasando con todo. Sin restricciones.

Jorge Aguirre 

 

Sin más preámbulos. Su Excelencia el Presidente de la República, conforme al artículo 24 de la Constitución Política, en su autoridad de conservar el orden público en el interior, donde surge el verdadero poder de policía, decreta el estado de emergencia por 15 días y nombró al general Javier Iturriaga, como delegado del Ministerio de Defensa, a cargo de las fuerzas, quien en la madrugada del 19 de  octubre  dio una conferencia de prensa señalando las características de este estado de excepción constitucional, indicando sus alcances y dejando claro “que no había toque de queda”. Segundo error, por decir lo menos, ya que la lectura de los manifestantes, supuestamente espontáneos, fue otra señal de debilidad.

El general director de Carabineros, Mario Rozas, señalo que había 180 detenidos durante el día viernes y 57 Carabineros lesionados. Recalcando en tres oportunidades que su institución se subordinaba al “poder militar”.

Cifras más, cifras menos, el personal militar seleccionado, encabezado por el Regimiento de Infantería Nro. 1 “Buin”, salió a efectuar patrullajes por la capital, conforme a una asignación territorial, con la finalidad de proteger a la ciudadanía y evitar desmanes.

No obstante lo anterior, se generó una sensación de molestia, con reacciones violentas ante la presencia militar y haciendo caso omiso, la gente salió a la calle a protestar, efectuar desórdenes, quemar las instalaciones del “Metro” que no estaban protegidas, efectuar saqueos de supermercados y pillaje, aumentando, curiosamente, la sensación de inseguridad.

Conforme a la tradición, se esperaba un sábado tranquilo, total es fin de semana. Craso error, las redes sociales reventaron con sendos llamados a expresarse  en la vía pública, especialmente en el coliseo habitual, la plaza “Baquedano o plaza Italia”, rotonda ubicada en el límite de Santiago y Providencia, donde la convocatoria fue exitosa en términos de cantidad de personas y todo tipo de actividades, para continuar ejecutando el desorden y mostrarse como líderes a parlamentarios oportunistas y transeúntes anónimos que se sentían “empoderados” en su rol de subvertor y puteador verbal de epítetos de todo calibre, hacia el Ejército “siempre vencedor y jamás vencido”, era la oportunidad.

El tercer error, es movilizar a una fuerza militar, sin la capacidad de imponer su naturaleza profesional, – nunca se espera que se haga contra un pueblo desarmado y menos su propio país-, aunque no era una fuerza de ocupación, era una fuerza de orden combinada con Carabineros, quienes en los primeros momentos, debieron proteger y calmar a los militares, para que no decayeran y cedieran ante la granizada de garabatos, que colmaban la paciencia de cualquiera. El aprovechamiento fue a todo ritmo, carteles de todo tipo flameaban por el rostro de los militares, quienes muy nerviosos y molestos, caminaban de un lado a otro, tomaban posiciones de defensa, movían sus camiones y tanquetas de transporte de personal y se mezclaban con la gente. Algo inédito.

De ahí en más, comienzan sistemáticamente los desmanes, desordenes, barricadas, fogatas diurnas y nocturnas, robos a la propiedad, daños a servicios públicos y locales comerciales, saqueos a supermercados e incendios a los mismos.

 

Tsunami humano

 

Hace años, los estados de emergencia en Chile se decretaron para enfrentar las catástrofes naturales, como temblores, terremotos, tsunamis, incendios, inundaciones, sucesos graves, y aun así, a los gobiernos, les costaba mucho firmar los decretos para utilizar a las FF.AA. en tareas de apoyo a la civilidad, la desconfianza y las trancas de pasado, eran el obstáculo para tal decisión.

La incultura cívica lleva reinando muchos años, por lo tanto hay funciones y roles que no se entienden, especialmente las nuevas generaciones de chilenos, que aparte de ser eminentemente tecnológicos y no manuales, cuando se corta la energía eléctrica, la fibra óptica, internet y las redes sociales, quedan discapacitados como ciudadanos.

Asimismo, están “contaminados”, con información poco docta de la historia contemporánea de Chile, respetan escasamente a sus padres conocidos, se sienten huérfanos de la sociedad y amparados por la anarquía, la anomia, las falsas lealtades de amigos inexistentes y adoradores de dioses consumistas, donde todo es derecho y nada es obligaciones o deberes.

No es posible descartar, la atracción que genera lo fácil, la droga de abuso, el copete (alcohol), el dialecto choro y poco claro, el eufemismo de la igualdad, la oportunidad de tomar lo ajeno, la falta de respeto a los mayores, la imposición de vejámenes a otros, pidiendo que a ellos no les suceda eso.

Por otro lado, personas trabajadoras, estudiosas, sanas, obedientes sacrificadas, comunes, cumplidoras, buenos contribuyentes, en fin todo tipo de personas útiles a la sociedad en el día a día, pero que en una situación psico-social, confluyen en una suerte de alianza, seudo espontánea para fusionarse y realizar “planificadamente”  acciones, que al parecer no tiene precedentes y serán, – sin duda-, materia de estudio.

Sorpresivamente, una gran masa de personas forman un verdadero “Tsunami humano”, que se desplaza primero por las calles de Santiago y luego Valparaíso, Viña del Mar, Concepción y otras ciudades, arrasando con todo. Sin restricciones.

Para esto, se supone nadie estaba preparado. Esta aseveración no es correcta, ya que la preparación de las Fuerzas Armadas y Carabineros está, ya que no solo sirven para desfilar los 19 de septiembre, 21 de mayo y otros días conmemorativos. Lo que pasó fue que, felizmente, ningún militar está dispuesto a pagar un costo por una orden tal vez ambigua, “tiren agua, pero no mojen”, entonces quien iba a disparar, nadie, la responsabilidad penal es individual, las malas experiencias anteriores están a la vista, de ello son testigos, los presos de “Punta Peuco”.

El tsunami humano, tenía claro la debilidad de esta fuerza militar, así que atacó con inusitada energía y sin contemplación, la “Bronca retenida” era más fuerte, la pica y rabia, había que desatarla, contra todo, total los milicos no dispararán, de ahí que algunos cabezas calientes andaban buscando un mártir a los menos, mostrando su pecho, incitando a los uniformados a disparar, burlándose de todas formas, demostrando que dejar el “servicio militar obligatorio” sin efecto, fue tan estúpido como dejar que no fuera una obligación “el voto” en elecciones populares, es decir, hoy tenían que mostrarse como “no ciudadanos” de esta sociedad, que decir, de pagar impuestos, ósea, sin ninguna carga pública, sin obligaciones, pero “millonarios” en derechos y beneficios.

En esta crisis, aflora lo mejor y lo peor del ser humano, aquí la miseria humana, ganó por dos días a lo menos, ya que al buen ciudadano le costó darse cuenta de los hechos, la rabia era superior, la ira contra el poder político era superior, y había que hacerlo evidente. Basta escuchar las opiniones callejeras.

Este tsunami, cubrió casi todo el territorio nacional, las escalas de Richter y Mercali, fueron sobrepasadas.

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