Publicado por: Claudio Nuñez | martes 10 de julio de 2018 | Publicado a las: 11:53
Por Rodrigo Gutiérrez Ibáñez
Presidente
Colegio de Ingenieros Forestales A.G.
Región de La Araucanía
Los programas de mantención de las vías férreas en Chile están reemplazando los tradicionales durmientes de madera por durmientes de hormigón, gastando más de 150 millones de dólares, lo que no ha significado una mejoría en los tiempos de viaje, en la cantidad de personas que usan el tren, ni en la carga que se transporta. El argumento detrás de este reemplazo es la eficiencia del hormigón. Sin embargo, este argumento no es efectivo, en grandes sistemas ferroviarios como los trenes metropolitanos (metros) de París, Londres, Stuttgart, Múnich, Washington, Toronto y Nueva York, por citar solo algunos, existen y se mantienen vías con durmientes de madera, dado que dicha práctica no solo resulta ser más eficiente y económica, sino que también es más beneficiosa para el medio ambiente debido a la menor huella de carbono de éstos en comparación con los durmientes de hormigón.
Entender la política de transporte ferroviario, y como los puentes caen, significa comprender lo que han hecho y no han hecho las autoridades al respecto. Esta lamentable contingencia nos recuerda las malas decisiones de política que, continuamente, adopta la autoridad en materia de transporte.
En Chile, los durmientes de madera de las vías férreas, son un producto histórico proveniente del bosque nativo. Generar y mantener una demanda asociada a este producto, incentivaría el manejo sustentable del bosque, generando empleo en el sector rural y beneficiando a las economías locales. Usar durmientes de madera contribuye a dar valor agregado y sostenibilidad a millones de hectáreas de bosque nativo que necesitan incorporarse a la producción y que son la fuente de ingresos de miles de familias de las regiones de La Araucanía, Los Lagos y Los Ríos (200.000, según CONAF-DED).
Según la OCDE, Chile, comparado con otros países del mundo, tiene en materia de competitividad de la calidad de su infraestructura de transporte una posición intermedia (ranking 47), pero es en el ámbito ferroviario donde está más débil (ranking 74). Es evidente que el país necesita mejorar la conectividad para lograr un desarrollo más equilibrado, acercando los centros de producción a los puertos fortaleciendo su infraestructura ferroviaria.
Mejorar la competitividad del país a través de dotarlo de mejor conectividad no significa invertir miles de millones de dólares en proyectos aislados alrededor de las ciudades más grandes o usar determinados materiales obstinadamente. Chile necesita invertir con eficiencia, de manera de construir más obras con los mismos recursos, poner en producción los recursos naturales de todo el País, generar empleo local y conectar con redes ferroviarias todos los centros generadores de carga voluminosa con todos los puertos.
Existe una contradicción desde la autoridad en promover el uso de madera y apelar a generar productos del bosque nativo de mayor valor, distintos de la leña, y por otra parte efectuar una política de reemplazo de los durmientes de madera. Nuestros bosques, principalmente los renovales, cuya superficie se estima en más de un millón de hectáreas, son capaces de satisfacer una demanda de durmientes sin deteriorar el recurso, generando a su vez miles de empleos locales. Por otra parte, en la actual política de reemplazo se gastan millones de dólares en un cambio que no afecta significativamente la calidad del servicio, mientras que los puentes ferroviarios se caen por falta de recursos para su mantención, como ocurrió el 2016 en el río Toltén y este año en el río Cautín. No se entiende esta focalización errada del gasto.
Hacemos un llamado a las autoridades de las carteras de Obras Públicas, Transportes y Agricultura, para darle coherencia a las políticas públicas asociadas a la mantención de la red ferroviaria y al fomento al manejo del bosque nativo. Se pueden enfrentar exitosamente ambos objetivos generando un positivo impacto económico, social y ambiental a escala local, manteniendo los durmientes de madera y la actividad que se genera en torno a su elaboración.