Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 26 de octubre de 2019 | Publicado a las: 11:07
La acumulación de casos, que durante tres decenios mermaron la moral y la ética de quienes ejercen el poder, que si bien no son todos, han sido una mayoría, que en forma desmedida han actuado sin control, en favor de algunos pocos.
Sin transporte, sin hospital, sin comida y luego sin consumos básicos, es la ecuación perfecta para desestabilizar. En este mismo sentido, hay que señalar que las cifras oficiales de lesionados y heridos, entregadas por las autoridades, distan bastantes de las que maneja el Colegio Médico.
Existen antecedentes que sabían con antelación de los desmanes, que existían como siempre imágenes de video grabación y fotografías, que hubo coordinaciones previas, pero no se tomaron las medidas adecuadas, en materia de seguridad para prevenir y revertir estas acciones.
Jorge Aguirre, Criminólogo
Otra acción inesperada en estas jornadas de furia desmedida y de inusitada inconsecuencia, fueron los ataques de la turba, a hospitales, postas y Cesfam, en varias partes del país, tales como Copiapó, Alto Hospicio, Temuco entre otros.
Quien entiende esta actitud, a decir verdad nadie, si hasta en una guerra se supone se respetan los hospitales, no solo por pintarse una cruz roja o media luna roja en sus techos, sino que, porque se sabe dónde están ubicados los centros asistenciales.
He buscado una explicación y consultado al respecto, incluso a subvertores del orden, y la respuesta de algunos fue, “así fue dispuesto, por los organizadores”, para causar temor.
Es decir, la consigna es atacar todo lo que representa soporte de apoyo y necesidades básicas del ciudadano para que de descontento pase a más enojado.
Sin transporte, sin hospital, sin comida y luego sin consumos básicos, es la ecuación perfecta para desestabilizar.
En este mismo sentido, hay que señalar que las cifras oficiales de lesionados, heridos, atenciones de adultos y menores, entregadas por las autoridades, distan bastantes de las que maneja el Colegio Médico, que no son del caso cotejar ahora, pero sin duda debe coordinarse estos datos, por ultimo para transparencia.
El centímetro
Las unidades de medidas, son una expresión física arbitraria que diseñó el hombre, para establecer parámetros, metodologías y estandarizar su actividad a todo evento, ya que todo debe ser medido, sino, no existe.
Es irónico, que un tren rápido, sea denominado “metro”, pero el de Santiago, por los daños causados, en el curso de cada día, fue perdiendo prestancia quedando reducido a “centímetro”, esperando que no quede en milímetro.
Cuesta mucho entender, que esto no haya sido previsto, especialmente por los recursos con que cuenta, los gastos en seguridad y los honorarios de sus expertos en seguridad.
Existen antecedentes que sabían con antelación de los desmanes, que existían como siempre imágenes de video grabación y fotografías, que hubo coordinaciones previas, pero no se tomaron las medidas adecuadas, en materia de seguridad para prevenir y revertir estas acciones, dejando a las manifestaciones tradicionales, la iniciativa de su actuación dañina, confiando que sería más de lo mismo. Faltó el “Analista”.
Los cuantiosos daños, la ineptitud, falta de planeamiento táctico y nula conducción de la crisis, más la ineptitud de reaccionar luego del primer atentado, necesariamente deberían llevar a tomar serias medidas con los responsables.
Por años, ha sido un santuario donde se refugiaron inexpertos personajes de la seguridad, que ante el trabajo profesional de algunos, no los consideraron adecuadamente y ante las ideas de expertos de verdad, fueron considerados como “sobre calificados” para el cargo, por ello deben asumir los costos de la falta de meritocracia, en la importante función de seguridad, en una estratégica entidad de servicio, por donde circulan diariamente millones de personas.
Bronca retenida
Las consecuencias y resultados del estallido social en comento, son súper claras, sin embargo hay una nebulosa para poder establecer los orígenes y causas de estos graves hechos.
No hay que ser adivino, para saber que había bronca (rabia) retenida en forma individual y colectiva, contra lo que se denomina “sistema”, contra “el imperio”, contra el “poder político”, contra el “Estado” y el “Gobierno”.
Sin duda, la acumulación de rabia o algo que nos molesta, es patrimonio de muchos, todos alguna vez hemos querido reaccionar en contra de alguien que nos hace daño, alguien que nos ha engañado o defraudado, pero la gente sana entiende que hay límites.
Pues bien, cada día se permean los límites y eso ocurre, porque el abuso del “No hacer” o de la “Impunidad” de los que hacen maldades, colmó la paciencia de la gente común y corriente.
La acumulación de casos, que durante tres decenios, mermaron la moral y la ética de quienes ejercen el poder, que si bien no son todos, han sido una mayoría, que en forma desmedida han actuado sin control, en favor de algunos pocos, viéndose afectados la gran mayoría de chilenos y eso ayudó a incubar el resentimiento natural, del que no sabe de “macro economía”, pero al tener que cumplir con sus necesidades económicas y de financiamiento familiar.
Puede haber muchas explicaciones, incluso irresponsabilidad a la hora de endeudarse, pero las condiciones se lo permitieron y en algunos casos las campañas comerciales de propiedades, automóviles, vestimentas, paquetes de viajes, bienes y servicios y la competitividad desmedida por vivir mejor que el vecino, llevaron a una situación insostenible. Parece que nadie lo previó y una parte del sistema financiero, aprovechó esta visible debilidad.
Con el tiempo, el elástico se venció, ya no daba para más y los medios de comunicación mostraban día a día, a los supuestos poderosos y con contactos con el poder, ser denunciados por fraude, y no les pasaba nada, todos zafaban de la justicia de alguna forma o las penas eran irrisorias, esto incremento la rabia.
Por el contrario, quienes se veían más débiles, comenzaron a perder sus bienes y con ello su familia, sus amistades, acceso a colegios y escuelas, perdida de trabajo, trabamiento comercial a través de Dicom, en fin, aumentaron sus problemas y no se visualizaba solución.
Para qué decir, que siente la mayoría de los chilenos, de su Parlamento, de sus legisladores que hacen lo que quieren y nada les pasa. La silla giratoria política sin considerar competencias ni méritos, sin evaluación, sin control, solo con expresiones de descalificaciones y peleas sin tregua, entre políticos y no por sus ideales, si no que por captar votos, especialmente cuando se acercan las elecciones.
Es más en vez de reducir los cupos parlamentarios, se incrementaron y lo curioso de todo que durante años no se hizo nada y no hubo mayores protestas, pero ahora se dieron las condiciones.
La bronca, fue visualizada y canalizada, por los partidos con vocación de conjura y otros donde el honor político no existe, así que lo que se sembró durante años, hoy debía cosecharse.
Si sembraron odio e injusticia, cosechan desobediencia social, así de simple, sin importar quien las sembró.