Publicado por: DiarioTiempo21 | viernes 29 de abril de 2016 | Publicado a las: 11:04
Raúl Ortiz Reyes, es el director regional de Arquitectura
Dijo que del lamentable final del Mercado Municipal, le ha llamado la atención la reacción de la gente, nos dice que, primero, el Mercado no era de los locatarios, sino que quedó el sentimiento que el Mercado era de todos “y eso es bueno, muy bueno”.
Dice que está empeñado en ver la oportunidad y siente que ese edificio tiene valores, pero que tenía grandes dificultades, problemas de todo tipo, primero de una construcción de 1930 “y pensando en una proyección, requería urgente una intervención”.
Fue una consulta informal. A once personas relacionadas con este periodista, se les preguntó qué era lo que más sentían con la pérdida del Mercado Municipal de Temuco. Todos respondieron que la pérdida de la fuente laboral de cerca de las 600 personas. Pero siete agregaron que la pérdida del edificio era un sentimiento profundo, porque era uno de los pocos edificios antiguos y queridos que quedaban en la ciudad.
Raúl Francisco Ortiz Reyes, es el director regional de Arquitectura de La Araucanía. Como buen arquitecto, tiene opinión sobre el tema, pero más allá de los detalles técnicos, apunta a los concepto, valores, a la participación de la ciudadanía en el diseño de un nuevo mercado, pero pensando que será una obra para los próximos 100 años.
Le llamó la atención la solidaridad que este desgraciado incendio del Mercado Municipal despertó en la gente y el sentido pertenencia que tenía sobre la obra, pero que también el futuro mercado debe incorporar mayor formalización y una mejor gestión, para que logre convertirse en un espacio que ofrezca seguridad, que hasta ahora no lo tenía.
¿Cuál era el mérito de este mercado Municipal, de la construcción y su significado?
-Lo primero es situarse en la década del 20, cuando fue construido, cuando Temuco era mayoritariamente de un piso y con esporádicas construcciones de dos pisos. Este edificio rompía el paisaje y era una de las construcciones ás importantes que tenía esta naciente ciudad. Imponente en el tamaño y que cubría prácticamente una manzana y cercana a otras construcciones municipales. Era un período que Temuco se transformó en una ciudad captora de una serie de flujos a través de lo que era el ferrocarril. El mercado en ese rol de intercambio que tenía la ciudad jugaba un rol muy importante. Teniendo presente ese rol y lo que representaba ese edificio en nuestra breve historia –pequeña, corta, poco más de 130 años- esta era una obra relevante.
¿Tenemos alguna obra similar, que represente al Temuco de ese tiempo?
-Lo poco que queda está en muy mal estado. Lo que nos salva es el edificio Marsano, que tiene un señorío y unas proporciones muy interesantes y que nos habla de ese momento, porque fue construido en 1926. Constituye sin duda un gran valor, con aportes estilísticos de la época.
El estilo del edificio Marsano ¿qué representa desde el punto de vista de la arquitectura, qué influencia hay en esa construcción?
-Es que los estilos que vemos responden a una transición, de varios momentos, claramente hay una influencia extranjera, algo afrancesado.
En esos edificios vemos algo que nos parece haber visto en otras partes. ¿Hay influencia europea?
-Claramente. Incluso después vimos y no sé si lo recuerda, tenía una marquesina…
Claro, pero fueron retiradas porque ocultaban el edificio y su fachada fue trabajada para rescatar el valor visual.
-Probablemente no estaban en el diseño original. Claro, las marquesinas no respondían a eso, pero eran bellas, pero fueron mal utilizadas y cada uno hacía lo que quería, colocando carteles, que hacía desaparecer el edificio. Después se recreó poniendo detalles como la pintura, detalles, dibujos. Eso le dio un nuevo sentido al Mercado en su momento, generó una mayor unidad y no como una sumatoria de pequeños comerciantes, sino todo un impacto social, cultural, que a mi me parece es donde reside el valor del mercado.
Lo que ha pasado, la reacción de la gente, nos dice que, primero, el Mercado no era de los locatarios, sino que quedó como que el Mercado era de todos y eso es bueno, muy bueno. Esta desgracia tiene esa dimensión, a mi modesto modo de ve, que no lo había visto, no lo había sentido. Eso nos habla del rol de la ciudad, que la tenemos que defender y que la gente se meta en los temas ciudadanos, me ha gustado mucho. La reacción ciudadana, primero con la solidaridad con las personas afectadas, es fantástico porque nos manifiesta un sentido pertenencia con ese edificio.
Habría que convenir que convenir que su crecimiento inorgánico transformó este tradicional espacio en una bomba de tiempo, que al final estalló…
-Estoy empeñado en ver la oportunidad y siento que ese edificio tiene valores, pero que tenía grandes dificultades, problemas de todo tipo, primero de una construcción de 1930 y pensando en una proyección, requería urgente una intervención. Urgente. Prueba de ello es este lamentable suceso y probablemente no habría ocurrido si hubiese tenido otra normativa. La idea de mantener, preservar, requiere normativas. Porque, además, cambio la vida y eso también nos cuesta aceptar y allí se puede generar el nuevo mercado de Temuco incorporando ese sistema colectivo que había allí, adentro. Eso debemos tenerlo presente hacia los próximos 100 años.
El mercado nació con rubros específicos, proveer de un espacio de compra y venta de hortalizas, frutas y poco a poco se fueron incorporando otros rubros, las carnicerías, cocinerías, artesanías. ¿habrá que mantener esa variedad de rubros, que hizo reconocido nuestro Mercado Municipal?
-Hay que generar esta variedad, preservar esta autenticidad que se nos entrañe. Si pensamos en la Feria Pinto, indudablemente los propietarios que están alojados en esas estructuras en algún momento también estuvieron fuera, pero se formalizó. Pero al alero de esa formalización en Pinto se generó otro bandejón, que es menos formal que los otros y al alero de ellos están los vendedores que están en la calle, en un último grado de formalización.
Y se da la paradoja que en la Feria Pinto están en la calle, sin nada que los proteja del sol, la lluvia los verdaderos productores de hortalizas, campesinos y muchos mapuches…
-En la mayor informalidad. Están los que están formalizados, los de la calle y los que están bajo techo pagando sus impuestos. Esos diferentes grados de formalización se van nutriendo entre sí y no entran en conflicto.
Ustedes como servicio público y en un plano hipotético ¿estarían en condiciones de ofrecer su capacidad técnica responder con la urgencia requerida para participar en su diseño?
-Sin duda alguna. Dos cosas, la primera es que la Dirección de Arquitectura es la entidad llamada a resolver estos temas, con una obra –si los fondos provienen desde el Estado- como unidad técnica, que es la que ha estado construyendo la arquitectura pública de este país por más de 140 años y este es un desafío que está a su altura, con la participación del Municipio, con todos, eso es fundamental hay que sumar, hay que mantener el espíritu de que esto es de todos. Nosotros estaremos y estamos disponibles si se nos solicita en este caso. Si no, estamos disponibles para sumar como sea. Es una obra que no merece ninguna pequeñez porque debemos pensar en el mañana, las urgencias de hoy que no nos quite el mañana porque estamos construyendo el patrimonio para el mañana. Que nuestro dolor no nos ciegue para mirar para adelante. Me hago parte de ese mensaje con el que quiero invitar a todo el mundo.
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