Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 12 de agosto de 2019 | Publicado a las: 09:55
“…Ha pasado más de un año y aún los tiempos mejores no llegan, muy por el contrario, hemos sido testigos del cierre de emblemáticas industrias, de miles de personas perdiendo sus fuentes de trabajo, de nula generación de puestos de trabajo, llegando a obtener cifras impensadas en desempleo”.
Por Giovanna Giusti, ciudadana.
Recuerdo como si fuera ayer el momento en que Sebastián Piñera anunciaba su posible candidatura y poco tiempo después su equipo económico de campaña, quienes deberían coordinar áreas como la recuperación económica, la previsión y el trabajo.
Hasta ese momento los sectores desconformes con la baja cifras de crecimiento y escasa inversión del gobierno de Michelle Bachelet, vislumbraban una luz al final del camino.
Tanta fue la esperanza depositada en este equipo económico liderado por el ex y actual ministro de Hacienda, Felipe Larraín, que los grupos de poder comenzaron la campaña de terror a tal punto de vaticinar que si Piñera no ganaba, vendría el colapso.
Comenzaron las comparaciones con Venezuela, mostrando testimonios de ciudadanos contrarios al modelo chavista, quienes predecían las peores penas del infierno si seguíamos con el modelo socialista.
No podemos negar que fue una campaña mediática fuerte y que logró su objetivo, fue la campaña precisa para implementar en una sociedad mal informada, desinteresada en la política, individualista y que pone sus interés personales por sobre lo colectivo.
Es necesario hacer este breve resumen para llegar a la situación actual.
Piñera previo asumir el mando, no dudaba en repetir incansablemente el slogan de los «Tiempos Mejores». En cada aparición pública debíamos escuchar su repetitivo discurso para algunos y esperanzador para otros.
De esto ha pasado más de un año y aún los tiempos mejores no llegan, muy por el contrario, hemos sido testigos del cierre de emblemáticas industrias, de miles de personas perdiendo sus fuentes de trabajo, de nula generación de puestos de trabajo, llegando a obtener cifras impensadas en desempleo.
La promesa de crecimiento se quedó solo en eso, en promesa y han debido recurrir al estado paternalista del cual tanto reniegan.
Muchos dirán no van ni dos años y puede que estemos siendo un poco duros, pero aquí se está castigando la soberbia, la improvisación, la falta de respeto para con los ciudadanos que compraron un proyecto en verde, que creyeron en las personas que manejarían la economía del país y que se les pintó un futuro distinto. Han sido errores tras errores desde la instalación hasta ahora, promesas incumplidas, falta de empatía de las autoridades, desconocimiento de la administración del Estado y mucha pero mucha improvisación.
Se ha jugado con la fe de las personas, la misma fe a la que aludieron para ganar la presidencia.
Es por esto y más que no me deja de parecer burlesco, que quienes ayer recurrieron a falsas profecías para evitar el debacle económico, hoy le piden a Chile que ore para salir de él.