Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 2 de noviembre de 2019 | Publicado a las: 10:09
“El chileno tiene clásicas frases cotidianas que son muy jocosas, representan una forma de ser una pauta cultural criolla, un chiste, por ejemplo las clásicas “préstame luka (1.000 pesos) mañana te los devuelvo”, “voy y vuelvo”, “la puntita no más” y ahora la más Top y recurrente es una “Marcha pacífica”. Así se moteja mediáticamente cada actividad humana callejera como expresión libre de democracia o de manifestar un descontento.
Resulta extraño que ninguno de estos organismos haya tenido la capacidad de recopilar la información necesaria, para que el gobierno hubiese estado enterado de las acciones que se avecinaban y los movimientos sociales que se producirían, a partir de los indicadores de descontento de la gente, por múltiples medidas económicas que los afectaban, toda vez que había innumerables indicios al efecto”.
Por Jorge Aguirre Hrepic, consultor en Inseguridad Criminalista-Criminologo.
Una gran mayoría de chilenos y medios de comunicación extranjeros, se escandalizaron cuando el Presidente de la República dijo “Estamos en guerra”. Lo acusaron de todo, y para ser sinceros, no se supo defender el mismo, y menos sus ministros, sus aliados políticos. Cada canal de televisión, radios y diario analizó como quiso la expresión “guerra” y sus variadas acepciones.
En honor a la verdad, si observamos las imágenes, de las calles de Santiago y Valparaíso primero, luego Concepción, Talcahuano, Copiapó, Temuco, Puerto Montt, en fin muchas ciudades de Chile, parece, guardando las proporciones, que estuviéramos mirando a Berlín del año 1945, después de bombardeos aliados y ataque de la fuerzas soviéticas.
El punto es que Chile no está oficialmente en guerra con nadie, pero hubo una fuerza intermedia, no configurada orgánicamente (lo que algunos creen), que actuaron sin control, sin resistencia y siendo una mayoría, los propios chilenos.
Las fuerzas de orden y luego militares, actuaron de una forma similar a como lo hicieron las fuerzas belgas de la Naciones Unidas en Ruanda, es decir en forma tibia, con poca claridad, donde los connacionales Hutus y Tutsi, se enfrentaron, también guardando las proporciones.
Se pueden enunciar múltiples conflictos, como los Balcanes (ex Yugoslavia), hasta Kosovo, que se supo con cierta antelación como comenzaron, pero las crisis fueron mal administradas y los resultados desastrosos. Parece que nada se ha aprendido de ellos.
Ahí surge, la gran pregunta de la semana, que mucha gente, hace en forma abierta. ¿Sabía el gobierno de Chile, lo que se aproximaba?
¿Existían análisis e informes de inteligencia que informaran de los actos de desobediencia civil, ataques e incendios al metro de Santiago, habrían saqueos a supermercados y ataques al comercio? ¿Se sabía que había extranjeros dedicados a efectuar ataques y sabotajes? La respuesta es muy compleja, aunque no debiera serlo, se debería responder con un “SI” o con un “NO”.
Sin embargo, no es tan así, salvo que hubiesen existido otros intereses insospechados y poco santos, al respecto.
Con el beneficio de la duda, pero en mérito a los antecedentes objetivos y formales que deben romper la inercia de la burocracia institucional de Chile, son más lentos que la información del ataque a Pearl Harbor por parte de los japoneses, cuya víctima fue Estados Unidos de América en la segunda guerra mundial, pero que fue la excusa perfecta de este país para ingresar legítimamente a la conflagración.
Para entender los escenarios, de igual forma todos los movimientos sociales a través de la historia y aun cuando no existían redes sociales o fuentes totalmente abiertas, los organismos de inteligencia con anticipación se enteraron e informaron a sus respectivos gobiernos, sobre las actividades de Mahatma Gandhi para independizar pacíficamente a la India del dominio de Gran Bretaña y Martin Luther King en su lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, entre otros. Siempre la información previa ha sido la fortaleza de los Estados para afrontar lo más adecuadamente, las crisis y contingencias.
En este orden de ideas, en Chile existe un sistema nacional de inteligencia conforme a la ley Nro. 19.974, donde son siete (7) organismos de inteligencia cuyo único negocio es la información, especialmente aquella que puede afectar al estado, a su democracia y ponerla en peligro.
Estos organismos son la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), Servicio de inteligencia del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea, del Estado Mayor de la Defensa, de Carabineros y de la PDI.
Resulta extraño que ninguno de estos organismos haya tenido la capacidad de recopilar la información necesaria, para que el gobierno hubiese estado enterado de las acciones que se avecinaban y los movimientos sociales que se producirían, a partir de los indicadores de descontento de la gente, por múltiples medidas económicas que los afectaban, toda vez que había innumerables indicios al efecto.
Asimismo, para no ser injustos, existieron algunos informes proyectivos al efecto, con antelación, – a decir de algunos analistas-, que no fueron escuchados ni leídos o creídos, por la máxima autoridad competente.
El propio general director de Carabineros, en reciente entrevista en el Canal Nacional, ante la pregunta del conductor, señaló que no estaba informado de que existiera algún informe de inteligencia, al efecto.
Simultáneamente, cuando daba esta entrevista, se filtraba a la prensa que por tercera vez había sido hackeada la seguridad informática de Carabineros de Chile y filtrado información del recurso humano y de inteligencia.
Asimismo, por naturales medidas de seguridad, se bajó la página web de esa institución para reforzar las medidas de seguridad, que independiente como haya sido la intrusión, el exceso de interés por transparentar todo, afecto a la propia seguridad, a raíz de la cantidad de formas de acceso, tales como “Comisaria virtual”, estadísticas, consultas y diligencias que se pueden efectuar en línea y otras.
Perspectiva de la inteligencia
Para la mayoría de las personas la sola palabra “inteligencia”, los hace viajar erráticamente a la fantasía del espionaje, del conocimiento de todo, de la máxima tecnología, las personas especiales dotadas de todo que son sus agentes y la preparación cognitiva de sus analistas.
De igual forma, perciben que un gran edificio sostiene la “base de datos” de todo, y muchas personas trabajando en el monitoreo de todo, que no se escapan detalles y que no hay lugar donde no se puede acceder, es decir, no hay secretos y cada vida, es menos íntima, cada día más.
En tal sentido, la identidad de las personas que generalmente participan en actividades subversivas, desórdenes, movimientos estudiantiles, sindicales y gremiales, dirigentes vecinales, anárquicos, en fin todo tipo de personas que son blancos de interés, más delincuentes de todo tipo, todos los extranjeros que han ingresado al país por el motivo que sea, y en fin la capacidad de obtener rápidamente la información inequívoca de las personas incluso cuando se caracterizan (ocultan su fisonomía), para no ser identificadas.
En este mismo orden de ideas, las unidades de inteligencia tienen informantes pagados y ad honorem, que entregan información conforme a lo que manejan, como también sus agentes tienen las capacidades para infiltrar y obtener información por otras vías, con o sin orden judicial, así ocurre en la práctica.
De ahí, que el común de las personas, no entiende que pasó con la inteligencia, no entiende que pasa con la represión de los subvertores, no entiende porque se ha permitido tanto daño y siente que en un momento, los encargados de hacer cumplir la ley, no quieren estar en el lugar de los hechos, procediendo para evitar los daños.
En mérito de lo ocurrido, hay que decir, que la respuesta represiva ha sido disímil. Ha ocurrido conforme a los escenarios que se han dado, y eso evidencia que la orden o consigna no ha sido una política de ataque frontal, o de tiros a quemarropa, donde la “pipol” (el vulgo), hace referencia por los medios de comunicación.
En todo caso, la inteligencia Chilena, esta al debe.
Costos de la desobediencia civil
Qué duda cabe, que los costos económicos y de todo tipo son cuantiosos a raíz de esta desobediencia civil, solo en materia de daños, se calcula en tres mil millones de dólares (US$ 3.000.000.000) y en ascenso.
Para los efectos de cuantificar, sin duda habrá que esperar, cuando sean reparados los daños materiales, ahora respecto de las lesiones, fallecidos, insumos logísticos y elementos fungibles, sin duda que los costos son insospechados.
Solo se puede visualizar a través de una simple ecuación a saber:
Conflicto = Daños (Publicos/Privados) + Fallecidos + Lesionados
Consumo Municion + Combustible + Horas Hombre
Sin duda, los daños estructurales son cuantiosos y de los servicios públicos también. Algo que no es muy grato ni popular, se refiere a los fallecidos y lesionados, en estas jornada, toda vez que las estadísticas no calzan, efectuando un cotejo entre las cifras oficiales, las que aporta el INDH y el propio Colegio Médico.
Se entiende, que en estos hechos hay diferentes denuncias y opiniones, el más claro ejemplo, ha ocurrido con los “saqueadores” lesionados por civiles organizados, que cuando llegan lesionados a los hospitales, de inmediato refieren que fueron lesionados por policías y militares, conforme a las instrucciones que tiene y lógica para evitar responsabilidad penal al endosar a otros su criminal actuar. Este simple hecho, cambia por completo los guarismos de lesionados y su etiología.
La verdad, es un valor no considerado en esta desobediencia civil 2019. Lo mismo ocurre con los más de 800 Carabineros lesionados, ellos no existen, no se miden para nada.
En lo que respecta a los fallecidos, partiendo de la base que toda muerte es lamentable, especialmente cuando no es por causas naturales, y evitable, en términos objetivos, si se considera la cantidad de días y cientos de actos de desorden y saqueos, la cantidad de personas involucradas, pasando por cientos hasta más de un millón, las fuerzas de orden y seguridad, además de las Fuerzas armadas convocadas, el clima de violencia y efervescencia, nunca antes visto en Chile. Habida consideración que hubo 19 muertos de forma violenta y ojala no sufra la cifra, sólo cinco se le imputan a las Fuerzas encargadas de hacer cumplir la ley. Al hacer un parangón con otros movimientos sociales, en el extranjero y Chile, sin duda la cifra es menor, lo que en posteriores y fríos análisis, llevará seguramente a no pocas conclusiones.
Marcha pacifica
El chileno tiene clásicas frases cotidianas que son muy jocosas, representan una forma de ser una pauta cultural criolla, un chiste, por ejemplo las clásicas “préstame luka (1.000 pesos) mañana te los devuelvo”, “voy y vuelvo”, “la puntita no más” y ahora la más Top y recurrente es una “Marcha pacífica”.
Así se moteja mediáticamente cada actividad humana callejera como expresión libre de democracia o de manifestar un descontento. Donde apenas empieza el movimiento de la masa, los disciplinados y pauteados reporteros, señalan sin ninguna evaluación responsable y menos profesional, el cliché: “es una marcha pacífica”, se ve “pacifica la actividad espontanea”. Al poco andar, viene la expresión, “la marcha pacificada ha sido provocada por Carabineros con su sola presencia”. Luego, señalan “los Carabineros atacaron la marcha pacífica” y cuando los “pacifistas se hacen los tontos (giles) y comienza el desorden”, los reporteros o periodistas dicen, “el lumpen llego y en forma aislada provoco desorden reaccionario por la presencia de la fuerza pública” y muchos etc.
Lo anterior, ha sido el aburrido y lato menú, de años, donde todos hacer reverencia y rinden culto a esta sui generis forma de hacer desorden en Chile, sin contrarrestar adecuadamente la forma de cómo se ejecutan.
Los grandes ausentes
En esta desobediencia civil 2019, los grandes ausentes, ha sido la iglesia católica, quienes siempre en la más mínima protesta, eran los primeros en tomar la palabra para denunciar hechos, llamar a la paz y a la calma, hoy por hoy, nada.
Los pastores evangélicos y de otras religiones, no han dicho nada, por lo menos mediáticamente.
Los ex presidentes de Chile, nada.
Los políticos antiguos, con prestigio, que aunque no estén en la arena activa de la política, siempre han generado corriente de opinión.
Daño colateral inesperado
Finalmente, el daño irreparable en términos de imagen internacional y mala señal para todo el mundo, respecto de Chile, es la decisión adoptada recientemente, de no realizar las reuniones de “APEC” (Foro de Cooperación económica Asia Pacifico) y “COP25” (relativo a cambio climático), en nuestro país, independiente de las razones habidas para considerar tal medida, ilustran las consecuencias de todo lo realizado.
“Quien controla filtraciones, grietas y chispas, previene inundaciones, derrumbes e incendios”, tarde, pero mucho mejor que nunca…