Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 30 de enero de 2021 | Publicado a las: 08:00
Por Humberto Salas Jara, académico de la carrera de Ingeniería Comercial, Universidad Autónoma de Chile.
El indicador
La evidencia confirma que los indicadores de confianza poseen poder de pronóstico para las economías. Nuestra región es privilegiada al disponer de este tipo de medición, que es un insumo valioso a la hora de proyectar ciclos económicos, comportamiento del mercado laboral, establecer puntos de inflexión y detectar cambios en las fluctuaciones, con resultados representativos. Según la OCDE estas mediciones presentan notable capacidad predictiva por su criterio de información, lo que cambia en diferentes latitudes es el rezago con que estos indicadores impactan en la economía real.
El Índice de Confianza Empresarial de la Araucanía, elaborado por la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad Autónoma de Chile, mide desde el 2017 la confianza de empresarios en distintos sectores como industria, comercio, financiero, construcción, agrícola-forestal y transporte. Analiza la evolución mensual de estos rubros en distintos ámbitos, para poder pronosticar si la confianza de los empresarios será neutral, pesimista u optimista en distintos grados. Se usa la metodología de ICE nacional elaborado por la Universidad del Desarrollo, que es el indicador de confianza empresarial más completo y confiable en Chile para medir percepciones pasadas, presentes y futuras.
Las consultas que se ponderan para empresas de cada sector se relacionan con variables como la capacidad de producción, oferta y demanda nacional e internacional, nivel de inventarios de productos terminados, de producción, la situación económica global del país, general de su negocio, los precios de venta de productos o servicios e insumos, número de trabajadores, inversión en maquinaria, equipo e infraestructura; evolución de ingresos por venta, capacidad de atención a clientes, situación de captaciones y colocaciones, precios de servicios, el número de clientes, los salarios y situación financiera. Todo lo anterior, en tramos de proyección trimestral o anual según corresponda el tratamiento de cada variable.
Los sectores
Si observamos la evolución del indicador durante los últimos tres años estimando los promedios semestrales de cada sector económico considerado en la medición y en paralelo con el índice general, podemos apreciar claramente que el segundo semestre de 2019 se origina un punto de inflexión negativo de las expectativas del empresariado local, especialmente en los sectores agrícola-forestal industrial y transporte, agudizándose durante el primer semestre de 2020 con la caída notable en la confianza de los sectores comercio y construcción. En consecuencia, se pasa de niveles neutrales y optimistas a niveles de pesimismo que van desde el leve al extraordinariamente pesimista en algunos sectores en esta primera fracción del año recién pasado. Lo positivo es el cambio de tendencia que ha tenido la confianza promedio durante el segundo semestre de 2020, donde si bien los sectores mantienen pesimismo en distintos grados, este tiende a moderado en las últimas mediciones.
Las variables
Al analizar con mayor detención las variables que impactan en el comportamiento del indicador, podemos ver que si bien las proyecciones relativas a la demanda nacional que hacen las empresas es pesimista en los últimos tres años, hasta mediados de 2019 las demás se mantienen en niveles neutrales y en distintos grados de optimismo, sin embargo, desde aquí en adelante la fuerte caída en las expectativas sobre las proyecciones de la situación económica, situación de inventarios y proyecciones del negocio comenzaban a vislumbrar la crisis de confianza que se detonaría el primer semestre de 2020, donde todas las variables en estudio se mueven hacia el pesimismo en distintos grados. Sin duda, la que más preocupa en una región como la Araucanía es la disposición a contar trabajadores que en la mayoría de los sectores que se movió al pesimismo durante todo 2020 con un repunte al cierre del año.
Algunas conclusiones
Al analizar los datos expuestos en la medición de la confianza empresarial de forma estadísticamente confiable, se muestra la evolución de las expectativas en los principales sectores económicos y variables que explican su comportamiento, visualizando que nos hemos visto enfrentados a una crisis de expectativas nunca antes vista, agudizada internamente por el estallido social finalizando el 2019 y luego entrando el 2020 con la propagación de la pandemia del COVID-19, dando origen a la peor crisis económica que hemos vivido en los últimos cuarenta años. Lo anterior se explica porque las medidas sanitarias impulsadas para controlar los contagios dan origen a restricciones de oferta, sobre todo en sectores intensivos en contratación de trabajadores como el comercio, los servicios, el turismo y la construcción, así también la caída de los ingresos derivada de la menor actividad mermó el consumo y la demanda.
Los efectos negativos de esta conjunción de eventos han influenciado categóricamente en la confianza, dado el clima de incertidumbre que esta situación genera en la toma de decisiones empresariales. Si adicionamos que nuestro país vive momentos de cambios en su estructura política y social que forjarán los cimientos para los siguientes treinta años y lamentablemente en nuestra región la violencia rural no cesa, el clima de incertidumbre nos acompañará algún tiempo en la zona. La esperanza es que al parecer el peor momento pasó, las expectativas muestran un repunte hacia el cierre del año 2020 y es probable que retomen esta tendencia, todo dependerá del ímpetu y astucia con que la autoridad sanitaria maneje el control de la pandemia, buscando justos equilibrios entre la salud pública y la actividad económica, además de la firmeza con que nuestras autoridades encaren los procesos de cambio venideros, garantizando estabilidad y acuerdos que permitan a nuestro país y región retomar una senda de crecimiento sostenible.