Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 26 de diciembre de 2021 | Publicado a las: 11:39
“Independiente de los entretelones, el amor a la democracia debe ser más fuerte, y en esa lucha por concretar el matrimonio político nacional, surgieron bandos y alianzas impensadas, divorcios y nulidades de antiguos enlaces políticos y surgieron nuevos amantes sin requisitos previos, pero que se entendían podían satisfacer las necesidades del amor al control y al poder”.
Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, profesor de Estado, consultor en Inseguridad, criminalista-criminólogo.
Entender y hablar del “amor”, es un asunto más complejo de lo que parece, fundamentalmente porque es un concepto amplio que se desarrolla de múltiples formas en la vida humana, principalmente.
La esencia del amor, se basa en una forma de sentimiento, que busca siempre la reciprocidad en relación a lo deseado unilateralmente por alguien, pero que involucra a otra persona, y en algunos casos a más individuos. Todo ello, orientado a la necesidad de unión, comunicación, convivencia, creación, relación, supervivencia, consentimiento, voluntad y cumplimiento de patrones sociales.
De ahí que el amor, como expresión de cariño, admiración, encantamiento, respeto, lealtad, deslumbramiento y sus diferentes manifestaciones exógenas, nos lleva al diseño cultural, legal y de legitimación, como lo conocemos desde los tiempos más remotos a través de escrituras y cantares, como de buenas y malas experiencias personales.
El sentimiento más intenso del ser humano, puesto a prueba es la capacidad de entregar amor, más que de recibir, pues importa sacrificios, renuncias y ceder en el proceso natural de entregar los primeros afectos, que deben siempre notarse y demostrarse.
Sabedores que hay diferentes tipos de amores, independiente de las relaciones sanguíneas, de parentesco político y afinidades de todo tipo, también surgen los amores contradictorios, que imponen cierta dinámica a la vida cotidiana.
Consecuente con lo anterior, se evidencia que es difícil amar de verdad y sin condiciones, sin restricciones y con altura de miras, especialmente cuando debe fortalecerse la tolerancia a todo evento.
Es aquí, donde surgen los altos y bajos en todo tipo de relaciones, ya que algunos esperan más que otros en la entrega de amor y como reza el antiguo dicho popular “Obras son amores y no buenas razones”, es decir debe visibilizarse la entrega de amor, de la forma que sea.
Cuando no se cumplen determinados parámetros, entonces el amor de cualquier naturaleza, tiene fecha de vencimiento y se produce el desamor. Después cuesta recuperarlo.
En los tiempos que vivimos, hablar de amor es fácil, aunque practicarlo es más difícil, especialmente cuando en la sociedad de consumo universal, el amor se ha tornado feble, gracias al egoísmo y egocentrismo humano, lo que es corregible, dependiendo del real interés de las personas en administrar adecuadamente sus relaciones, de todo tipo, con el medio y los demás conciudadanos.
En este sentido, hacemos carne y espíritu los dichos “quien te quiere, te aporrea”, “en la guerra y el amor todo vale”, “hay que amar hasta que duela”, “ponerse en el lugar del otro, es amar”. En fin, de todo.
Respecto a aquello, es inevitable concentrarnos en una pregunta: ¿nos amamos los chilenos?
La respuesta es difícil, ya que las visiones son disimiles y las demostraciones apuntan a los cuatro puntos cardinales.
Sin embargo, a la hora del análisis frio, existen antecedentes irrefutables, que muestran que hay más promesas de amor que dé cumplimiento de estas, y para ello basta con observar lo que ocurre en Chile, hace varias décadas.
La cantidad de recriminaciones que sobrevuelan el ambiente, demuestran el quiebre amoroso colectivo incluso familiar, como si un virus, nos hubiera contagiado a todos, sin excepción, ya que vivimos criticando incluso, lo que no conocemos.
Dime de que están hablando, para oponerme, esa es la tibia tónica al principio y luego viene la virulenta dialéctica que no deja títere con cabeza. Este ataque verborreico, generalmente es a través de frases cliché transmitidas y copiadas de diferentes fuentes, que se transforman en palabras que viajan por el éter.
Luego, nadie se hace cargo de lo expresado, nadie de explicaciones, se amenazan con querellas y todo pasa al olvido.
La mejor muestra al efecto, ocurrió este pasado domingo 19 de diciembre de 2021, donde meses previos, brilló el desamor y el amor, a todo ritmo. Vimos y escuchamos de todo.
Los ataques personales entre políticos partidistas y sus huestes, estructuraron una anomia, que inundó al país, y se colgaron personas de otros países, como si el amor al poder fuera más poderoso, bueno, talvez lo es.
Independiente de los entretelones, el amor a la democracia debe ser más fuerte, y en esa lucha por concretar el matrimonio político nacional, surgieron bandos y alianzas impensadas, divorcios y nulidades de antiguos enlaces políticos y surgieron nuevos amantes sin requisitos previos, pero que se entendían podían satisfacer las necesidades del amor al control y al poder.
El domingo en la noche, había más viudas de las pensadas, lo paradójico es que eran de diferentes tendencias y muchos no entendían el verdadero quiebre matrimonial.
A buen entendedor, pocas palabras, hay que entender que el respetable publico invitado a la boda, se opuso a la misma, y hubo rápido cambio de pareja, optando por otro novio, con otra pinta y estilo, así de simple.
Se ha formado un casamiento, con nuevos requisitos y promesas, aunque algunos les desean prosperidad y unión por mucho tiempo, otros auguran divorcio mas temprano que tarde. El tiempo y el medio ambiente, lo dirá.
Como sea, de inmediato, el amor empezó con condiciones, peticiones y tiempo de cumplimientos a las promesas del noviazgo.
Hay que decir que los dos novios presidenciables, sufrieron por amores no correspondidos, siendo traicionados certeramente por otros amores que no eran tales, y como ocurre siempre, el menos afectado supo imponerse de una u otra forma, pero pudo calzar el anillo. Ese es el resultado que a la larga cuenta para el triunfo.
Ahora, a poco andar, aquellos que ayer lanzaron arroz a los novios, hoy envían sendas amenazas criticando la fiesta, la comida y el baile, como si todo estuviera malo, descalificando al novio electo, quien incluso puede consumar el matrimonio el 11 de marzo de 2022, no será injusta esta situación.
Por otro lado, el novio desplazado, tiene una cara de decir de la que me salvé, ya que la familia de la novia no era lo que esperaba e intuía que el matrimonio seria corto.
Como sea, los hechos demuestran que hubo un casamiento, entre moros y cristianos, blancos y negros, y el cura que los casó no era de los mismos miembros.
Esperemos, que este matrimonio por conveniencia, este lleno de paciencia y buenas decisiones, pues afecta a más personas que los novios.
Sería bueno que los chilenos, aprendamos a amarnos, por el bien de todos y las nuevas generaciones.