Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 22 de mayo de 2022 | Publicado a las: 01:07
“…el aumento en los niveles de frustración y malestar percibido por jóvenes ha puesto en jaque la capacidad de respuesta de los equipos de convivencia escolar para gestionar funcionalmente los conflictos y promover un clima escolar propicio para el aprendizaje”.
Escribe: Eduardo Sandoval Obando, Investigador Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible (IIDS), Universidad Autónoma de Chile.
La evidencia científica disponible es contundente en señalar que la capacidad de afrontamiento al estrés en niños, niñas y jóvenes (NNJ) se ha visto alterada como consecuencia de la pandemia, reportándose un aumento en los niveles de somatización e irritabilidad, ansiedad y depresión, además de dificultades de apego, aumento del sedentarismo, falta de atención y mayores niveles de dependencia a dispositivos tecnológicos. Además, el aumento en los niveles de frustración y malestar percibido por jóvenes ha puesto en jaque la capacidad de respuesta de los equipos de convivencia escolar para gestionar funcionalmente los conflictos y promover un clima escolar propicio para el aprendizaje.
Por ende, y tras los cuestionamientos que ha enfrentado el Ministerio de Educación, resulta pertinente la iniciativa Seamos Comunidad. Entre sus acciones, se destacan la implementación de un programa de atención en crisis con el apoyo de las universidades, el fortalecimiento de la salud mental escolar (potenciando el Programa Habilidades para la Vida), la promoción de la mediación pedagógica y el sistema de tutorías, además de la estrategia de Nacional de Lectura y escritura, entre otros.
Más allá de los montos, plazos y modalidades de implementación comprometidas, conviene reflexionar sobre el tipo de sociedad que estamos dejando a las futuras generaciones. ¿Somos una sociedad que promueve el buen trato, el respeto y la reciprocidad? ¿Las infancias y juventudes son una prioridad en Chile? ¿Tienen los NNJ una participación real en el diseño de las políticas públicas? ¿Podemos colaborar en la promoción de la no violencia?
Estas y otras interrogantes deben movilizarnos como sociedad para repensar en clave generativa, el tipo de país que estamos construyendo, adquiriendo sentido el concepto sudafricano de Ubuntu, invitación para recuperar el sentido de lo humano en los procesos de enseñanza y aprendizaje, de manera que propiciemos la colaboración, la confianza y la dignidad. Es un llamado a reconocer a nuestros NNJ como el principal tesoro de nuestra sociedad y la esperanza del mundo.