Publicado por: Claudio Nuñez | lunes 10 de agosto de 2020 | Publicado a las: 17:35
Rubén Arévalo y Ruth Salazar se establecieron en Curacautín hace 3 años. Junto a su núcleo familiar compuesto por 3 hijos varones, cambiaron Santiago por la tranquilidad y el paisaje del sur. Pero, el fondo de ese cambio estuvo gatillado por la saturación del mercado en el cual se movían, la elaboración y venta de golosinas como “guagüitas”, “helados de invierno”, entre otros. La capital los acogió durante 20 años con dicho emprendimiento.
“Somos fabricantes de nuestros confites, contamos con el respaldo de un ingeniero en alimentos y maquinaria automatizada. Al llegar al sur nuestra primera etapa era contar con recetas, ya industrializadas, pero con un sello propio como trufas con sabor a piñón y un alfajor. Con el estallido social de 2019 comenzamos a ser asesorados por el Centro de Negocios de Angol y hemos ido avanzando. Luego vino la pandemia, pero comenzamos a elaborar 5 nuevos productos, dejando de lado el uso de azúcar, bajar los sellos y entregar un producto más sano. Por eso estamos avanzando con una jalea de guinda, piña y naranja, un cereal sin azúcar, arroz dilatado y cabritas, todo acorde al mercado y endulzado con stevia. La idea es distribuir a supermercados y distribuidoras. Lo importante es que contaremos con productos más naturales, menos dañinos y con envase biodegradable para cuidar el medio ambiente”, comenta Rubén Arévalo.
Carita Dulce es una marca registrada, y luego de haber bajado la cortina tras el estallido social, poco a poco se re inventan con nuevos productos y el apoyo de su hijo. A esto se suma el apoyo recibido por el Programa Reactívate de Sercotec y recientemente un FOGAPE. “En octubre de 2019 agotamos varias vías para que alguien confiara en nosotros y hacer algo potente con los supermercados. Aquí Sercotec se quedó a nuestro lado y nos apoyó hasta el día de hoy, donde han sido nuestros aliados. Los fondos recibidos han sido importantes, no son muchos, pero cuando no hay dinero todo lo que llegue es un aporte y un respiro para los emprendedores. Gracias a estos recursos hemos podido comprar algunas mercaderías. Además, con el apoyo de Sercotec hemos ido aprendiendo de ventas y marketing, pues con la pandemia el desafío es llegar con venta directa a las cadenas de supermercados. Creemos que es factible porque contamos con volumen y maquinaria automatizada. Por ejemplo galletas de champaña, las que podemos fabricar y envasar, ya que tenemos un galpón de 34 metros de largo por 7,5 de ancho, sanitizado y maquinaria completa para el proceso, 500 kilos diarios. Es más, mi hijo menor es Chef de Inacap y durante este tiempo, y en fechas especiales se ha dedicado a hacer Tiramisú junto a mi esposa. Yo soy técnico y he creado máquinas envasadoras, las que vendo a Santiago”, explica Arévalo.
Este emprendedor ha desarrollado no solo productos nuevos, sino que ideas muy innovadoras para la región. Por ejemplo, un sachet para envasar 100 gramos de miel y venderla en cantidades pequeñas, además de entregar asesoría técnica en automatización. Pues como él insiste, “en tiempos de crisis hay que dar la pelea y avanzar como sea”.
En esta línea, el director regional de Sercotec, René Fernández Huerta indicó que “historias de esfuerzo como la de Rubén y Ruth de buscar alternativas para salir a adelante, combinando el trabajo con la vida en familia, por supuesto vemos que han trabajado de la mano con el Centro de Negocios Sercotec Angol, los que han asesorado a esta empresa en los difíciles momentos que afrontamos”.