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Opinión

Editorial: El desalojo que duele e indigna

Publicado por: DiarioTiempo21 | sábado 13 de junio de 2020 | Publicado a las: 13:22

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Dos pesos de agua

Por Hector Carcamo Millar/ Editor

Sin duda, esta columna que parece más literaria que un intento de editorial, sirve a Tiempo21 para explicar el dolor, sufrimiento y angustia que veía venir -primero- con las bajas temperaturas y que remató con las intensas lluvias de la madrugada y mañana del jueves. Y llegó a nuestra memoria el cuento Dos pesos de agua, porque presentía la profunda tristeza y rabia que a esas horas debía estar sufriendo todas las queridas familias de las tomas de terreno. Es que la realidad los ha llevado a tomarse terrenos para instalar sus mediaguas para tener un lugar donde vivir. Y con ello, tener llegar algún día a llevar una vida digna.

¿Han leído dos pesos de agua? Trata sobre la sequía que se vivía en Paso Hondo al tener varias semanas sin llover. Los terrenos pardos se agrietaban a la distancia. Se veían enflaquecer los árboles y las plantas y la tierra antes generosa, ahora se endurecía como una coraza. Al ver esta dura e inclemente realidad, los pobladores buscaban otros entorno, que les permitiera enfrentar con un poco más de agua sus vida y las de sus escasos animales.
Muchos, todos, se fueron de Paso Hondo. Menos la vieja Remigia, quien siempre estaba esperanzada en que lloviera y les daba dinero a las personas que se iban para que les prendieran velas a las ánimas. Ese breve cuento publicado en 1941 fue el escenario literario que le permitió a su autor describir con extraordinaria crudeza la ignorancia y al mismo tiempo el saber popular, con un estilo mordaz que le permitió al autor denunciar a los grandes terratenientes de su patria.
Es un cuento extraordinario del ensayista, novelista, narrador, educador y político de República Dominicana, Juan Bosch, que en 1962 llegó a la presidencia de su país. Ese breve cuento publicado en 1941 fue la antesala y puso las primeras pinceladas de lo que se llamó el realismo mágico de la literatura hispanoamericana. Tanto, que el propio Gabriel García Márquez reconocería que Bosch fue uno de los que le inspiró en su gran producción literaria.
La vieja Remigia le seguía prendiendo velas a las ánimas, y una tarde su nieto ardía en fiebre, entonces lo tomó y salió por las calles llamando a los vecinos, para hacer un rosario a San Isidro, pero no llovió. Hasta que un día, gastó dos pesos para encender velas y pedir a las ánimas que se apiadaran de Paso Hondo y de los pobres campesinos.
Al día siguiente, un trueno le encendió el alma y salió al patio y vio que se acercaban nubes cargadas de agua.
Y llovió y llovió. Y pasaron tres semanas y la lluvia continuaba. La tierra había calmado su sed y ahora era incapaz de filtrar tanta agua. En fin, el extraordinario cuento del ex presidente dominicano aborda la dura e inclemente naturaleza, que con los dos pesos de Remigia el agua aniquiló lo poco que se salvó de la sequía.
Sin duda, este cuento como muchos otros de Bosch, da señales del profundo respeto del autor por los pobres de su país. Expresó en ese cuento, la gran metáfora de los mitos de los pueblos y del saber popular que ante la falta de educación, que ante la falta de explicación racional, recurre a los fantasmas y a los mitos para ordenar sus vidas y llenarlas de conformidad.
Esta columna que parece más literaria que un intento de editorial, sirve a Tiempo21 para explicar el dolor, sufrimiento y angustia de las familias en las tomas de terrenos que veía venir -primero- con las bajas temperaturas y que remató con las intensas lluvias de la madrugada y mañana del jueves. Nos produjo un inevitable temblor mientras mirábamos por mi ventana. Y llegó a nuestra memoria el cuento Dos pesos de agua, porque presentía la profunda tristeza y rabia que a esas horas debían estar sufriendo todas esas queridas familias que la realidad los ha llevado a tomarse terrenos para instalar sus mediaguas para tener un lugar donde vivir. Así, algún día, tener una vida digna.
¿Servirán dos pesos de agua?
Pero, claro está vez que no es para pedir agua. Quizás sirva algo también, para ablandar algún corazón que por incomprensibles razones se quiere tomar venganza o por una terca disposición amenaza a esos pobladores con el desalojo y la destrucción de sus modestos bienes.
Sí, claro, necesitamos dos pesos de agua para que esa armadura que cubre el pecho de nuestro alcalde, sirva para ablandarla. Sabemos que gotas de agua cayendo por horas, días y meses puede romper el hierro más duro y -por qué no- transformarla en un espíritu nuevo, tranquilizador y abierto a la comprensión de las miserias humanas.
Quizás nuestro alcalde está dolido. Y profundamente dolido, por la nueva ley que lo marginó de la posibilidad de postular a un nuevo periodo al frente de la Municipalidad de Temuco, a pesar que su duro embate contra las tomas de terreno viene de antes. Sin duda, que esa ley debe ser para él y para tantos otros, un duro retroceso en sus afanes políticos. Lo comprendemos.
Pero, por eso mismo, lo invitamos a ampliar su horizonte político. Bastará que en otro proceso eleccionario postule y esta coyuntura podría ser una veta interesante y obvia para continuar trabajando por la ciudad y la región como tanta veces ha pregonado.
Según cuentan antiguos vecinos de Temuco, su padre, don Germán Becker Baechler, alguna vez le salió un disgusto muy serio con dirigentes porque no aceptó –por ningún motivo- retirar a los cochayuyeros que dormían y descansaban en torno al canal que cruza la población Campos Deportivos. Y eso –a la larga- le significó el reconocimiento ciudadano que dura hasta el día de hoy y de eso la ciudad da fe.
La pobreza, la marginación, la miseria y las desigualdades sociales no son algo históricamente superado. ¿Por qué no se erradica en la actualidad la pobreza, si es objetivamente evitable, partiendo por comprenderla y luchando autoridades y pobladores juntos para superarla? Algunos plantean una tesis implacable, como que para el sistema neoliberal los pobres son y han sido necesarios -económica, social, política, moral, religiosa y militarmente- para la supervivencia del mundo moderno.
El éxodo campo-ciudad que produjo la revolución implacable de la propiedad de la tierra a partir de 1973, modificó el paisaje físico y social de nuestras ciudades; las familias trabajadoras emigradas a la ciudad se vieron obligadas a vivir en ambientes insalubres, desarraigadas del mundo rural en el que habían crecido. Sus hijos y nietos crecieron y formaron familias, no siendo ni rurales y ni aceptados por los ambientes urbanos.
Esta es la ocasión para demostrar que la pobreza no solo es contraria a nuestro pensamiento político, por el contrario, es un compromiso de todo el espectro político en luchar para derrotarla. Pero hay que hacerlo con premura, disposición y mucha fortaleza. Si continuamos aplicando disposiciones que surgieron en otro contexto, significa que nada hemos aprendido nosotros para cambiarlas. Significa que nos estamos valiendo de ellas para perpetuarla, porque nos sirve.

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