Publicado por: Karina Pavez | martes 17 de marzo de 2015 | Publicado a las: 08:05
La confesión que se le escapó al multimillonario neoyorquino Robert Durst («Los maté a todos, por supuesto») en el rodaje de una serie documental sobre su vida de la HBO le puede costar la pena de muerte. La justicia de Los Ángeles ha reabierto uno de los casos de los que Durst, ya en prisión en Nueva Orleans y pendiente de ser trasladado a la ciudad californiana, siempre fue sospechoso: la muerte de su amiga la escritora Susan Berman en el 2000. La fiscalía le ha acusado formalmente de matar a Berman de un disparo en la cabeza. Este cargo por asesinato le podría suponer a Durst la pena de muerte.
Según la fiscalía, Durst tiroteó a Berman en su casa de Los Ángeles debido a que la mujer había sido testigo de un crimen. Berman murió antes de contar a los investigadores lo que sabía sobre la desaparición de Kathleen McCormack, esposa de Durst, quien se encuentra en paradero desconocido desde 1982.
ESPOSA DESAPARECIDA
McCormack desapareció sin dejar rastro en 1982 tras manifestar su deseo de divorciarse de Durst, en un caso que quedó sin resolver. En el año 2000, Berman, que hasta entonces había intercedido a favor de Durst, apareció muerta de un disparo en la cabeza poco antes de que la policía la interrogara sobre lo ocurrido a McCormack, tras reabrir aquella investigación.
Al año siguiente, Durst fue acusado de matar y posteriormente desmembrar a su vecino en un pueblo de Texas, cuyo cuerpo troceado apareció flotando en el mar. Durst fue juzgado y exculpado por un jurado que determinó que había actuado en defensa propia tras un forcejeo con la víctima.
LA CONFESIÓN COMO PRUEBA
El debate ahora está en si la confesión, realizada por Durst sin ser consciente de ello, es una prueba admisible en un juicio o no. Los expertos en leyes están divididos sobre la cuestión; para algunos no es una prueba admisible porque va en contra del derecho a la privacidad del individuo. Para otros, en cambio, sí que debería ser tenida en cuenta ante un tribunal.
Este tema será precisamente el objeto de una vista judicial previa. El audio de la confesión será «la pieza central de la batalla legal», ha subrayado Robert Mintz, abogado y exfiscal. «Se trata de dilucidar si había o no una expectativa de privacidad», destaca.
Paul Callan, exfiscal de Nueva York, cree que la confesión será admitida como prueba porque considera que Durst no podía tener ninguna expectativa de privacidad en un lavabo público. El también abogado y exfiscal Matthew Galluzzo, opina que el audio será «probablemente admitido». Según Galluzo, la única forma en que Durst podría evitar que un juez admitiera su confesión como prueba sería demostrar que los productores de la HBO actuaron durante el rodaje como agentes de la ley.
«LOS MATÉ A TODOS»
Las andanzas de Durst han sido recogidas en la serie documental de HBO ‘The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst’, un programa dirigido por Andrew Jarecki que propuso al realizador el propio Durst, deseoso de que alguien le dejara contar su historia.
La emisión del documental concluyó el domingo pasado e incluyó unas declaraciones de Durst en las que él habla consigo mismo cuando está en el baño sin ser consciente de que el micrófono inalámbrico que había llevado durante la entrevista seguía abierto. «¿Qué demonios hice? Los maté a todos, por supuesto», se escucha decir a Durst en un momento en el que está solo.
El equipo del documental no se dio cuenta de esas declaraciones tomadas en el 2012 hasta meses después, durante el proceso de edición de la serie. Cuando se percataron de que allí había una confesión, pusieron la grabación en conocimiento de las autoridades mucho tiempo antes del estreno del documental.