El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, fue arrestado el miércoles después de que cientos de agentes policiales y anticorrupción accedieran a su residencia, donde llevaba atrincherado desde la imposición en diciembre de una controvertida ley marcial. La medida, que suspendió el orden civil y envió a soldados a la Asamblea Nacional, sumió al país en su peor crisis política en décadas.

Yoon, suspendido por una moción de destitución del Parlamento, también era objeto de una investigación por insurrección. La operación para detenerlo comenzó a las 3:20 de la madrugada, con un despliegue de 3,200 efectivos de la policía y decenas de oficiales de la Oficina para los Casos de Corrupción de Altos Funcionarios. A pesar de la resistencia del Servicio de Seguridad Presidencial y de miles de simpatizantes, las autoridades lograron acceder a la residencia y arrestar a Yoon a las 10:33.

En un mensaje grabado previamente, Yoon afirmó que decidió acatar la orden de detención «para evitar cualquier desafortunado baño de sangre». Ahora, el exmandatario enfrenta cargos de insurrección y podría ser condenado a cadena perpetua o incluso a la pena capital, aunque esta última tiene una moratoria en el país desde hace casi 40 años. La detención de Yoon marca un hito en la historia de Corea del Sur, siendo el primer presidente en ejercicio en ser arrestado durante su mandato.