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¿Cuál es la idea…?

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 25 de julio de 2021 | Publicado a las: 11:06

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“Que es más eficiente, desarmar a la población civil o desarmar a terroristas, delincuentes comunes, narcotraficantes y contrabandistas (…) La respuesta es simple, no hay voluntad por cumplir con lo más complejo, ya que eso trae asociado otros problemas y costos que nadie está dispuesto a asumir, solo hay que esperar que pase el tiempo y otro se encargue de este problema”.

Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, Profesor de Estado, consultor en inseguridad, Criminalista-Criminólogo.

Cuando hay un universo de dudas, las especulaciones pueblan la tierra más allá de sus habitantes, masificándose en extensiones montañosas, llanos, praderas y ríos, cubriéndolo todo y generando un rumor, que deja de ser secreto a voces.

Eso pasa en la actualidad en Chile, donde el cominillo carcome toda la estructura social y se instala transversalmente, sin importar criterios técnicos y menos científicos de los fenómenos que alguno deben vivir por primera vez y otros deben solo recordar, siendo los más añosos humanos, que olvidaron que la sabiduría acompaña casi siempre a los años vividos, conocidos popularmente como “experiencia”.

Sin embargo, por estas latitudes, la experiencia es un cúmulo de errores, que solo sirven para tropezar de nuevo con la misma piedra, aun habiendo carpeta asfáltica.

El olfato, se ha perdido y el tincómetro está descalibrado, tanto que la gente sigue preguntando ¿por quién hay que votar?

Otros dicen tibiamente, no quiero embarrarla nuevamente.

La mayoría, espera que alguien diga algo primero, que un vecino pinte su casa primero, que un amigo se compre un tipo de auto primero, en definitiva que otro pruebe por nosotros. Si a el le sirvió, entonces nos sirve al resto.

Este detalle tan mundano, se ha transformado en una práctica masiva y habitual, al parecer propio de la inseguridad actual, conforme a los nuevos tiempos.

Esto es justificable para los ciudadanos que desde siempre han sido guiados o dirigidos, por otras personas que se denominan sus representantes soberanos, por lo tanto, cuando algo sale mal, todo tiene solución, y aunque la memoria es frágil, existe el reacomodo y las múltiples oportunidades.

Lo anterior, no es perdonable, cuando la máxima autoridad de un país, se da el lujo de ser inseguro o timorato, poco claro o inalterable ante el dolor de sus conciudadanos.

Máxime es la agravante, cuando ha sido elegido democráticamente y por mayoría, lo que lo hace cuasi incuestionable.

Pero otra cosa es con guitarra como reza el dicho popular, y si la guitarra está desafinada, por último, hay músicos técnicos de sobra para afinarla.

Entonces la pregunta que surge es otra, ¿Por qué no se quiere afinar la guitarra para que el concierto, salga bien a la primera en el día del estreno?

No hay excusa que valga, pero en eso estamos, cada concierto ha salido desafinado y los que saben de música se dan cuenta de inmediato, en tanto que los que no saben de partituras, les cuesta darse cuenta y un grupo pequeño está feliz con el solo hecho de haber sido invitado al concierto.

Pues bien, Chile es mucho más que un concierto, más que un poema o un lindísimo himno, es una nación donde las pautas culturales en permanente conflicto pugnan por imponer una partitura irreconciliable, y como no va a ser así, si se pretende siempre mezclar la cueca con la cumbia.

De que sirven los instrumentos y herramientas, sino se saben usar. De qué sirve la ley, si ya perdió su espíritu.

Cuál es el nuevo paradigma de gobernar, si pareciera que no hay interés en hacer las cosas seriamente y conforme a los hechos más que visible, de todo lo que sucede.

Conforme a lo expuesto, llegamos a algo que parece que nadie quiere ver y los tuertos en el país de los ciegos, focalizan la mirada en situaciones que no son las correctas, creando falsas expectativas e incrementan los temores de las personas denominadas de bien.

Estamos cierto, que las noticias diarias muchas veces no reflejan lo que pasa, pero algunas pocas noticias e imágenes, generan una visión nítida de lo que pasa y de ahí que no se entienda la omisión flagrante de la autoridad, surgiendo las naturales sospechas de que algo extraño ocurre.

Como es de público conocimiento, el Congreso Nacional y el gobierno a través del subsecretario del Interior, han acelerado el proceso de modificación de la ley de control de armas, que llevaba más de diez años, congelada en el freezer legislativo, para ponerle suma urgencia y gravar mayores obligaciones y cortapisas para quienes precisamente cumplen con la ley.

La consigna es nadie debe tener armas, menos los civiles, mucho menos quienes quieren defenderse, para que decir los deportivas y cazadores. Así de simple.

Hay que retirar las pistolas en manos de particulares. Ya que son semi automáticas. Una clarísima ignorancia.

Sim embargo donde no hay claridad para nada, es donde hay personas que tienen armas prohibidas como fusiles y ametralladoras (automáticas), armas sustraídas a otras personas, armas traídas de contrabando, armas de dudoso origen histórico y etc.

Hace poco fuimos testigos visuales, de imágenes con ostentación de todo tipo de armas en un velatorio y después en el funeral de un “combatiente”, que momentos antes de su muerte portaba un fusil de guerra. Algo prohibido, bueno al parecer para algunos.

La ley, presumida conocida por todos, indica que esta arma prohibida como las acciones realizadas por varias personas en un predio destinado para la función agrícola, fue utilizado como polígono de tiro, ante la presencia estrecha de personas de todas las edades, sin utilizar los elementos de protección personal (EPP) que exige la normativa, para los que si cumplen.

Es más un dirigente político combatiente, adscrito a una organización política militar de un movimiento indígena, declaró abierta y públicamente la guerra al estado Chileno y a las forestales, definiéndolas como objetivos bélicos.

Esta declaración unilateral y su aparición en escenarios de conflicto donde se han desarrollado acciones paramilitares, tipificadas como delitos flagrantes, ni siquiera incomodan al segundo piso de La Moneda, bajándole el perfil a más no poder.

Después, otro grupo no poco numeroso que bien baila, son los traficantes de drogas ilícitas, que utilizan las armas de fuego como herramientas de trabajo día a día, utilizando esta vez las calles y pasajes del país, como polígonos de tiro.

También hacen lo suyo, asaltantes, especialistas en encerronas y lúdicos portonazos, que portan armas de todo tipo, para intimidar a sus víctimas.

Ergo, muchas personas sienten la necesidad de querer adquirir armas nuevas o usadas, para defenderse o repeler ataques y delitos, de cualquier naturaleza que atente contra sus vidas y de sus familiares, de ahí que los precios hayan subido y escaseen en el mercado.

Las empresas forestales a veces amenazadas otras veces negociantes, pasan por periodos de altos y bajos, como víctimas de diversos delitos, que no siempre han sido claros, ya que el tema de la madera ha dado para todo. Pero aunque no quieran armarse, no es descartable que el conflicto en esa área de interés se agudice, de ahí las medidas de protección a sus trabajadores.

Con todo este escenario muy visible, donde no hay que suponer ni especular nada, por qué se sigue desafinando, por qué no se toman medidas concretas y sólo se pretende modificar la ley para complicar a los que cumplen y son legítimos tenedores de armas de deporte, defensa, cacería, coleccionistas y afines.  

Nada se dice de las armas que entraron por Iquique, pasaron por Bolivia y llegaron a Paraguay, recientemente, total eran cinco fusiles automáticos marca AK-74.

Que hay de verdad, que hay escondido tras estas intenciones de modificar una ley y no incluir a los que están al margen de la misma, más allá de toda duda, ampliando las penas y multas para los transgresores que no dudan en usar armas de todo tipo en contra de chilenos que trabajan o se desplazan por las vías públicas.

Que es más grave, una viuda que no entregó en tiempo y forma un arma de su marido fallecido o un terrorista con un fusil de guerra.

Que es más fácil, concurrir a un domicilio particular conocido a retirar un arma o fiscalizar, que concurrir a un campo clandestino donde hay armas y jactancia de su uso.

Que es más rápido para un tribunal, autorizar el retiro de un arma en caso de violencia intrafamiliar o emitir una orden de entrada y registro a un predio donde hay personas disparando y haciendo ostentación de ser grupo paramilitar.

Que es más eficiente, desarmar a la población civil o desarmar a terroristas, delincuentes comunes, narcotraficantes y contrabandistas.

La respuesta es simple, no hay voluntad por cumplir con lo más complejo, ya que eso trae asociado otros problemas y costos que nadie está dispuesto a asumir, solo hay que esperar que pase el tiempo y otro se encargue de este problema.

 Finalmente, no se sabe “cuál es la idea”. Al menos del gobierno, ya que no pueden decir que se enteraron por la prensa, porque las noticias ahora cabalgan por las redes sociales y en palacio hay analistas expertos de sobra.

Por ahora hay que seguir escuchando las especulaciones bizantinas donde cualquiera esboza una idea y conjeturas, al respecto yo tengo mi idea del tema, pero hoy no saco nada con expresarla, ya que cuando la emití hace mucho tiempo, algunos llamaron al director de este diario, para que no publicara más mis notas, así que estoy afinando mi guitarra,   y espero pronto poder entonarles una nueva idea. ¿Ustedes tienen su idea al respecto?


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