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Autodestrucción encubierta

Publicado por: Claudio Nuñez | sábado 17 de abril de 2021 | Publicado a las: 23:33

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“La paz, es gratis, según el pensamiento ignorante, de la gente que no ha sacrificado nada. No saben que mantener la paz, conforme a la actitud humana, es de alto costo, principalmente por el animus destructor de esta especie.

Si bien las fronteras del fuerte están seguras, de nada sirve cuando al interior de estas, hay grupos de personas que quieren bajar el puente levadizo para que ingresen las hordas y destruyan todo lo logrado. Si no lo entendió Roma,  porque tendría que entenderlo Chile”.

Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, profesor de Estado, consultor en Inseguridad, Criminalista-Criminólogo. 

El animal dotado de razón, que es el ser humano como un privilegio de la creación, le ha permitido a través de los siglos, sobreponerse a las demás especies, hasta dominar este planeta, conocer y explorar por la vía tecnológica a otros cuerpos celestes del universo.

La visita a la Luna, es cosas del pasado, las aventuras actuales se proyectan más allá, cumpliendo cada día los objetivos de la carrera espacial emprendidas por diversas potencias y naciones, que no necesitan el permiso de nadie para ejecutar sus legítimas aspiraciones, en el nombre de la ciencia y el control total. Así de simple.

Para estos efectos, los aspectos éticos y morales, quedan en segundo plano, hay justificación para todo.

Los avances de algunos pocos países, sirven generalmente a todos por la vía del conocimiento, educación, desarrollo de nuevas tecnologías, comunicaciones, navegación de todo tipo. También ayudan a predecir el tiempo y clima, establecer las variables de la naturaleza en un alto porcentaje, generar nuevos medicamentos, para enfrentar enfermedades. En fin de un cuanto hay.

Entonces, si el ser humano está dotado de inteligencia que le permite razonar, ¿Por qué? Es la única especie que ataca a su misma especie.

De donde viene esa tendencia a la autodestrucción, que por años ha asolado a la Tierra.

No estamos en tiempos para filosofar, ni tratar de entender las causas de este fenómeno, de antigua data. Debemos abocarnos a buscar soluciones, aunque sea una difícil tarea. 

En este sentido, – sí o sí-, hay que enfocarse en la fase práctica del conflicto humano, especialmente en lo que sucede en una nación tan “guerrera”, como nos enseñaron nuestros profesores de historia, que era Chile. Especialmente cuando nos inculcaban, positivamente, que los valientes araucanos, se enfrentaron por tres siglos a los huestes españolas.

Nos enseñaron a venerar a Lautaro, Caupolicán, Fresia, Quidora, Colipi, Colo-Colo, Tegualda, Tucapel, entre otros, más allá del origen tribal que tuvieran.

Aprendimos de las obras de Alonso de Ercilla y Zúñiga y muchos textos que exacerban el cantar épico y el drama, hasta estimularnos con el mestizo Alejo.

Nos explicaron las guerras en que participó Chile, sus causas y efectos. La titánica tarea del “Roto chileno”, como legitimo representante del pueblo en armas, por un Chile mejor.

Los vientos de guerra pasaron y felizmente hoy son un recuerdo – al menos con enemigos externos- pero lejos de valorar lo sucedido, la memoria colectiva se perdió en la penumbra del pantano de la ignominia hacia nuestros héroes del ayer.

La realidad actual, es disfrutar y disfrutar de lo que a otros costó sangre, sudor y lágrimas.

La paz, es gratis, según el pensamiento ignorante, de la gente que no ha sacrificado nada. No saben que mantener la paz, conforme a la actitud humana, es de alto costo, principalmente por el animus destructor de esta especie.

Si bien las fronteras del fuerte están seguras, de nada sirve cuando al interior de estas, hay grupos de personas que quieren bajar el puente levadizo para que ingresen las hordas y destruyan todo lo logrado. Si no lo entendió Roma,  porque tendría que entenderlo Chile.

Entonces el problemas es Chile, debe ser porque hay muchos chilenos, con su especial forma de ver las cosas, más un 7% por parte baja, de población migrante que actualmente, solo quieren beneficios y aportar poco o casi nada.

Si tuviéramos que definir a Chile y sus habitantes, hace un tiempo estaríamos claros, ¿pero hoy?

Las dudas nos  atropellan, quienes somos y que queremos, ya no es una pregunta, es una sentencia condenatoria que reafirma y confirma el cambio, generado por el exceso de comodidades y cierta tranquilidad.

Ahora no se necesitan fusiles, ya que todos tenemos mínimo un teléfono celular y así estamos armados hasta los dientes. La munición proviene de la carga de la batería y la cadencia de fuegos corresponde a las aplicaciones del teléfono. El campo de batalla son las redes sociales, donde prácticamente no se necesita estrategia ni táctica, solo instinto para sobrevivir.

Las alianzas y traiciones no tienen precio ni duda, de lealtad mejor ni hablar, ya se legisló sobre eso, en el parlamento de la estupidez humana.

El problema radica en que, la paz social se perdió hace rato, y ahora se pasó a la adictiva fase de la deconstrucción y destrucción total para la toma del “ipoder”, exacto llegar al sin poder, para transformar todas las estructuras conocidas, aceptadas y desarrolladas por años. Independiente que debiéndose generar cambios, que no se han hecho y todos saben el por qué.

Pero la solución no es la destrucción y menos la pérdida de vidas humanas entre supuestos hermanos.

Quien puede entender que todos los días y por años, se quemen camiones que transportan comidas y bienes de consumo y servicios, se ataquen campos agrícolas, se quemen árboles y bosques, se rompan puentes y vías, se descarrilen trenes, se dispare a personas en la ruta, se quemen casas de todo tipo, se quemen escuelas, iglesias y parroquias.

Quién puede entender que se ataquen cuarteles policiales (Carabineros), entidades públicas, se maten a trabajadores  y en fin a cualquier persona, por la causa que sea, y el Estado no accione nada.

En la sana crítica y máxima de la lógica, seria inentendible, pero en definitiva para los legos en la materia, si hay razón. Si hay causa justa.

El origen está previsto y hace rato, como nuestros abuelos no hicieron nada, en apariencia, los nietos son los llamados a romper todo y formar un nuevo paradigma, que por supuesto desconocen  pero se imaginan que será bonito y beneficioso para todos.

No tienen idea que sus abuelos, a todo nivel, forjaron esta patria, la hicieron producir y avanzar de a poco, para que la primera generación con zapatos, pasara a la primera generación con escolaridad obligada y regulada y luego una generación ampliada con estudios superiores, donde ya no importó la capacidad, si no que queremos un país lleno de profesionales con 10 semestres y ojala notas regaladas, acostumbrados a egresar de cualquier forma y no importa que no existan técnicos calificados, obreros y maestros de la construcción.

El arribismo poblacional y popular, superó todas las expectativas y sin control. Sin entendimiento y menos agradecimientos a las generaciones forjadoras.

Si lo anterior, fuera para bien, seria gustosamente bienvenido, pero cuando celebran la destrucción y empatizan con terroristas del “todo”, estamos mal. Fuera de foco.

Los crecientes atentados en la eufemísticamente llamada “Macro zona Sur”, realizados sin piedad, en Victoria, Ercilla, Collipulli, Selva Oscura, y especialmente Quidico, superar a la ficción de Hollywood. 

Como no hay contrapeso, luego vendrán otras localidades y ciudades, con la finalidad de demostrar control e inoperancia del estado.

La capacidad de autodestrucción en Chile es fascinante, irrisoria y desmedida, a quemar buses del transantiago, a quemar restaurantes y posadas. A tomar parcelas y campos. Total llego el “Comandante Pepe, versión progre”.

Vamos con la “reforma global”, porque la reforma agraria no resultó como se esperaba, total la biblia señala 10 mandamientos y no tiene el número 11, y ese es “Vamos por todo lo que no nos costó nada”.

A quitarle al que algo tiene, esa es la nueva ley de la vida, ya que si alguien se defiende, ahora es delito.

La apropiación indebida, hoy es una meta. No más al diálogo.

Lejos de la parte ideológica que es entendible y parte del razonamiento humano, que debe discutirse por cierto, debe haber cordura para los planteamientos, ideas y formas.

A quien le interesa, parece que a nadie, todos preocupados de las elecciones populares y escrutinios y nadie “ocupado” de solucionar los problemas reales de la gente. De la pandemia Covid 19, mejor ni enunciarla.

Estamos frente a una autodestrucción encubierta al interior de nuestras propias fronteras. Donde el deporte favorito es dejar hacer lo que todos quieran. El claustro domiciliario deberá ser la tónica.

Hasta algunos profesores se dan el lujo de enseñar lo que quieren, y no solo porque una docente con escaso criterio impartió una clase sesgada, tendenciosa y carente de veracidad, eso no le importó ni a su escuela y menos al transparente Colegio de Profesores. Especialmente porque la deconstrucción debe empezar en la enseñanza básica.

Todos los días nace un tonto, el que lo encuentra se lo deja para él. No sea Ud. El tonto que está por nacer.


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